Estamos acostumbrados a mirar el horizonte como si en él encontráramos respuestas a nuestra natural curiosidad por conocer un poco más del destino. Apreciar el amanecer cuando el sol apenas se asoma con esa luz suave que comienza a iluminar la mañana, resulta tal como una promesa de que el día irá mejor, una vez que nos sumerjamos en nuestras actividades y quehaceres cotidianos. Es un color de optimismo que busca contrarrestar el impacto de la mucha información sobre todos los acontecimientos en este mundo actual, tan complejo como difícil de comprender. Es apenas un breve espacio de tiempo en el que podemos en ocasiones acompañados, a quienes nos agrada, de un buen café, encontrar en ello una manera de despertar nuestra mente y nuestros sentidos, como ocurre también al realizar alguna actividad al aire libre para que nuestro organismo reaccione, luego del letargo del merecido sueño nocturno. El sol marca su pauta, sin prisa, pero sin detenerse, dejando un rato a las aves emitir sus trinos y recordarnos que ahí están, compartiendo el amanecer y haciéndonos saber que en la ciudad hay muchos más habitantes, hasta que comienza la jornada, esa que nos envuelve en nuestras particulares responsabilidades de cada día.
En el atardecer, la escena se vive de nuevo, tal vez con mayor protagonismo del astro rey, pintando el horizonte de color naranja intenso que comparte con algunas nubes, cuando ellas no son las protagonistas, hasta que la luna, en sus fases menguante, creciente y llena, se asoma para desatar otros sueños y otras emociones en el marco de la noche. Ella juega un rol diferente, más cercana a nosotros, detonadora de tantas historias y cuentos, que por poder observarla directamente y detenidamente, la sentimos más nuestra, más de casa.
Alguna ocasión, en un amanecer de estos que les platico, en el lado opuesto del horizonte, la luna llena se disponía a ocultarse y pareciera que intencionalmente se colocó en una pequeña loma, cubierta de maleza, huizaches y garambullos, como si aparentara reposar en ese lugar y hacernos saber que mantiene la confianza en este planeta, con todo y sus realidades. Por lo menos así lo quise creer y le tomé esta fotografía que comparto con ustedes, como testimonio de ello, fue en algún pequeño rincón de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.