En el planeta Tierra, quizá desde el momento en que ellos se hicieron presentes, comenzó un juego caprichoso y divertido que ha ido moldeando lugares a lo ancho y redondo del mismo. Me refiero a los elementos: Aire, Tierra, Agua y Fuego, los cuales junto con el Tiempo, este último jugador lo hace en una constante que no cambia, segundo a segundo, milenio a milenio. Aparentemente no llevan ninguna prisa, saben de sobra sobre lo efímero de los seres vivos, aún aquellos que pertenecen a la flora y que viven a lo largo de cientos de años. Me imagino que han tenido momentos complejos, sobre todo en el inicio del juego, llenos de intensidad y donde alguno de ellos se fortalece más que los otros y suma puntos a su favor. Así, han venido dejando sus huellas y testimonios, tan diversos como montañas, volcanes, mares, ríos, cañones, riscos, profundidades, fósiles, etcétera. Su público más fiel han sido el sol y la luna, que influyen en las partidas del juego en la medida que las leyes universales lo permiten. Así, la fuerza de gravedad, la de atracción, la centrífuga y otras son utilizadas por estos elementos en este juego que aún no logro comprender del todo, pero que pareciera tener el propósito de moldear el entorno, de crear testimonios, muchos de ellos de singular belleza y de propiciar las condiciones para que todos los seres efímeros, puedan vivir y hacer lo suyo, el breve tiempo que se les otorga en su vida.
La verdad es que los humanos dedicamos la mayoría del tiempo que nos corresponde a nuestra supervivencia y a atesorar cosas materiales, como si ello nos permitiera hacer puntos en otro juego de ego y ambiciones, mientras que ciertamente deberíamos saber que al final nos transformaremos solo en la misma materia que nos dio origen. Hoy, esos testimonios de participación de los elementos, que se nos dejan ver en este planeta, son para no olvidar que lo más importante es honrar la vida, que hay una gran responsabilidad y oportunidad de servir a otros para darle verdadero sentido, mientras que, por otro lado, la naturaleza nos hace ver que no todo es mero azar y circunstancia. Para muestra, aquí un bello paisaje trazado por el capricho de estos elementos que siguen jugando al ritmo de cada día, seguramente siguiendo las instrucciones del creador del juego, como sucede también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.