Me agradan mucho las ciudades que al paso del tiempo van sumando testimonios artísticos de gente que, con base en su talento y creatividad, deja una huella importante que le da un toque especial a sitios y lugares que más tarde se convierten en espacios referentes de alguna en particular. Tal es el caso de San Francisco en California, que a principio del presente milenio contó con una bella expresión a través de una gran escultura, que para sorpresa de todos sus habitantes recibió un enorme arco con una gran flecha clavada en la tierra. Dicha obra fue titulada Cupid’s Span y está ubicada cerca de la costa y curiosamente a la distancia y desde cierta perspectiva parece un barco encallado o de otra evoca el famoso puente colgante de la bahía de San Francisco a Oakland. Es una estructura de un poco más de veinte metros de alto por más de cuarenta de ancho, colocada en el centro del parque Rincon en el famoso Embarcadero. El escultor de origen sueco Claes Oldenburg y su esposa, la artista Coosje van Bruggen, oriunda de Países Bajos, se inspiraron en el relato mitológico de Eros, que disparó su flecha a la tierra para hacerla fértil. Está hecha a base de acero inoxidable y es, sin duda, una bella expresión del arte y de esa manera de darle una nueva identidad a esa zona de una ciudad que se destaca por tantas obras realizadas por la mano del hombre.

De la misma manera que las expresiones artísticas transforman físicamente las ciudades, marcan también una expresión del tiempo y del momento en que se realizan, permitiendo con ello en un futuro tener una idea más clara de cómo fue su pasado y el de quienes habitaban la ciudad en ese entonces. Las ciudades se van definiendo, no solo por sus acontecimientos históricos, sino adicionalmente suma de manera importante el quehacer de su gente, en especial lo que se comparte con la mayoría y logra impregnarse en la memoria colectiva. Tal es el caso de considerar esta obra inspirada en la propia ciudad y su reputación romántica.

Aquí les dejo una imagen que capturé hace tiempo en un día soleado, lleno de color y del imperceptible ajetreo que seguramente había en ese cúmulo de edificios que parecen comentar entre ellos a la distancia. Que la belleza de expresiones artísticas puedan proliferar en la actualidad para recordar mejor este tiempo distinto en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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