La Real Academia Española define lo vulnerable como aquello “que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”.

Una persona en condición de vulnerabilidad está en una situación de desventaja y requiere una protección especial para salvaguardar su integridad física y dignidad humana.

La condición de vulnerabilidad es propia de los seres vivos, no se trata de una condición pasajera o contingente.

Los humanos no escapamos de las vicisitudes de nuestro principal recurso, frágil y finito para cada individuo: la vida.

Sin embargo, hay circunstancias que aumentan la condición de vulnerabilidad de las personas, especialmente aquellas que las colocan en situación de desventaja frente al resto de la población y, en consecuencia, requieren de un cuidado especial para gozar de sus derechos fundamentales.

Habitualmente se habla de los niños, las personas con discapacidad, las mujeres o los adultos mayores como aquellos grupos que, por diversas circunstancias, se encuentran en mayor riesgo de ser lastimados.

Pocas veces se habla de que, en las calles de cualquier ciudad, los peatones se encuentran en situación de vulnerabilidad frente a otros medios de transporte.

De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir Accidentes (CONAPRA), el 50% del total de las muertes por accidentes de tránsito corresponde a peatones, ciclistas y motociclistas.

La misma institución reporta que un peatón tiene 90% de probabilidades de sobrevivir si es arrollado por un vehículo que circula a 30 kilómetros por hora o menos; pero la probabilidad de sobrevivencia se reduce a menos del 50% si la velocidad es de 45 km/h.

Además de la vulnerabilidad frente a los vehículos motorizados, los peatones son sujetos de discriminación.

La mayoría de las vialidades están pensadas para facilitar el flujo de quienes transitan en vehículos motorizados y le imponen a los peatones esfuerzos extra para trasladarse entre dos puntos.

El diseño de los espacios públicos (arroyos vehiculares y banquetas) es uno de los principales factores de vulnerabilidad y discriminación hacia quienes deseen caminar.

Ahora que tenemos la democracia tan a flor de piel, hay que pensar en democratizar el espacio urbano.

Consultor, académico y periodista

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