No son pocas las razones por las que estudiantes en facultades latinoamericanas de Comunicación han descartado al Periodismo como opción profesional. Si bien muchas de esas motivaciones son entendibles, la pérdida de una nueva generación de periodistas representa un panorama comprometedor para cualquier democracia y para el diálogo en el espacio público. Un futuro sin periodistas es un futuro en el que la Libertad de Prensa pierde su primera guardia de defensa.

Es cierto que el entorno digital, sobre todo las redes sociales, han ofrecido a los usuarios un espacio y unas herramientas para expresarse, para compartir y, en el mejor de los casos, para informar sobre asuntos de interés público desde lo local a lo global. Ese llamado periodismo ciudadano, muchas veces espontáneo, muchas veces informal e intermitente, difícilmente puede compararse con la labor y con la disciplina diaria de quien se dedica al periodismo como vocación. Por supuesto, la historia nos demuestra que el verdadero periodismo no se aprende sólo en las aulas universitarias, pero las batallas más arduas por la Libertad de Prensa han sido históricamente combatidas primeramente por periodistas, quienes han aprovechado toda tribuna para manifestarse, más allá de los likes, de los seguidores o del afán por generar tráfico para ganar notoriedad.

Es doblemente complejo hablar de Libertad de Prensa en contextos como el de América Latina, donde la Comunicación y el Poder se entrecruzan en tensiones constantes alrededor de tópicos como la gobernabilidad, la salud pública, la seguridad nacional o las ideologías extremistas. Por un lado, ejercer el periodismo se ha vuelto un acto de riesgo; por otro, la opinión pública es propensa a perderse en la niebla de una pluralidad de voces donde cada categoría se vuelve difusa, donde incluso llegan a existir dudas sobre lo que significa la Libertad y sobre quiénes la merecen y quiénes no. El periodismo es hoy un campo de guerra donde diariamente se libran batallas contra la desinformación y contra grupos de poder que ponen en riesgo no sólo al futuro del oficio, sino a la integridad de los profesionales de la información. Sea cual sea el enfoque, ningún rincón del periodismo es un lugar cómodo para ejercer la Libertad de Prensa.

Ante el riesgo de perderse en una confusión posmoderna sobre las verdades periodísticas y las verdades últimas de nuestra sociedad, o en la aparente seguridad que da el silencio cuando existe injusticia, promover un ejercicio de expresión democrática y discusión social de los temas más sensibles en México, en América Latina y a nivel global, no es un derecho exclusivo de los profesionales de los medios, sino un derecho ciudadano en el que los periodistas y comunicadores se han mantenido como la primera guardia. En todo caso y en toda circunstancia, el silencio nunca ha sido una alternativa.

Profesor – Investigador de la División de Estudios Creativos. Universidad Anáhuac Querétaro

Google News