Opinión

Fundación Alzheimer, alguien con quien contar

14/04/2014 |07:45Ángeles Ochoa |
Redacción Querétaro
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“Los seres humanos no nacen para siempre o el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez”, Gabriel García Márquez, escritor colombiano. Una y otra vez, así hasta el infinito. Literalmente es como yo también percibo las experiencias de esta vida, como bien hace alusión el Maestro Gabriel García Márquez. Dedico esta columna a un tema tan sensible y que nos invita a comprometernos: el Alzheimer. Para ello, como un preámbulo, quiero compartirles a ustedes -quienes me hacen el honor de leerme-, que hace unos cuatro años tuve un acercamiento a la causa de la Fundación Alzheimer, I.A.P., cuyas puertas siempre están abiertas con calidez a quienes padecen de esta enfermedad. La Fundación se encuentra en la histórica calle Pasteur, en el Centro Histórico de la hermosa ciudad de Querétaro. Al cruzar el umbral de aquellas legendarias puertas pude respirar un aire de esperanza y afecto que los voluntarios y sus directivos brindan a las personas de la tercera edad, quienes son llevados por sus familiares a este centro de día, con el amoroso afán de darles la mejor atención mientras ellos están en sus trabajos, pues saben que pueden contar con el apoyo de esta institución que los cuida. Sé, mis queridos lectores, que valorarán lo que me atrevo a comentarles, ésta experiencia fue una de esas tantas que he podido vivir, en la cual sentí que debía parirme de nueva cuenta, como lo llamaba el filósofo griego Sócrates: mayéutica, o parto espiritual. Fue así como de mi iniciativa surgió el poder adherirme cada día más a esta noble labor de apoyar a los beneficiarios de Fundación Alzheimer. Mi labor consistía en una o dos tardes (posibles de acuerdo a mi acelerada agenda) visitarlos y platicar con ellos, escucharlos, leer juntos un libro de su elección o muchas veces aceptando con gran ánimo, leíamos las novedades editoriales que les acercaba. Al ver todas las necesidades que surgen día a día en un centro de este tipo, me decidí a apoyar a las dirigentes de la fundación, mis estimadas Ceci y Paty Espinosa (unos ángeles en la tierra), para llevar a cabo una colecta con un festival artístico en el Centro Histórico. Quizá no recaudamos millones de pesos, aunque si recibió buen apoyo la organización, pero más allá de eso con un granito de arena estuvimos durante una jornada de 10 horas concientizando a la población acerca de todo lo relativo a esa enfermedad, que no respeta status social, edad, color de ojos... Es una de las vivencias que más ha abonado a mi pensamiento. Me refiero al milagro de ver un rostro sonriente después de permanecer inamovible por meses o años quizá. Y esto es sólo una de tantas recompensas al alma que he recibido, sabiendo que más allá de generar riqueza material, tener como aliadas a la Juventus y la belleza, realizando grandes obras con inteligencia, todo ellos sería inerte si no lo compartiera con amor. Mi reflexión a título personal para el día de hoy es que más allá de dedicar nuestro tiempo como voluntarios a una causa, sería muy pero muy recomendable empezar a amarnos los unos a los otros dejando atrás resentimientos, envidias, rivalidades, que al final de la vida podría alguien estar en el riesgo de cargar con ello. Propongo mejor sustituirlo por amistad, solidaridad, afabilidad, generosidad y es justo ahí donde encontraremos la inmortalidad. Quiero felicitar a Fundación Alzheimer por la asistencia que brinda a quienes apoya, siendo ya 20 años desde su creación que han brindado ayuda a 700 pacientes. Resalto y ensalzo que con la participación de psicólogos especializados han también logrado aplazar lo más posible los efectos del Alzheimer. Con este testimonio como joven empresaria, me despido y hago votos porque más personas se sumen a Fundación Alzheimer como voluntarios. Mil gracias por su atención a estas líneas y nos leemos el próximo sábado en esta columna: Causas. *Periodista y Presidenta de Fundación ARCA, A.C.

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