El pasado miércoles se cumplieron 3 años del que con seguridad es el episodio más violento en la historia del futbol mexicano, este suceso se vivió en nuestro Querétaro, ese estado que históricamente ha tenido como referencia el “no pasa nada” o el es muy seguro porque las familias de los grandes líderes del crimen organizado viven aquí, pues en esta ocasión la barbarie tocó la puerta de nuestra entidad y aquella paz provinciana que siempre se presume, desapareció en unos cuantos minutos. El saldo final de este acto primitivo es incierto, las fotografías y videos son estremecedoras, los cuerpos aparentemente sin vida y en agonía eran la imagen repetitiva en el contenido que circulaba de manera viral por redes sociales, cada mensaje era más crudo que el anterior y la incertidumbre, el miedo y la desesperación se apoderaron de las y los queretanos. Para mala fortuna de la ciudadanía, nuestro gobierno, aquel que lleva pan a su mesa gracias a nuestros impuestos, brilló por su ausencia, indolencia e indiferencia, pocas veces había sido testigo de autoridades con tan poca cara, pero hasta hoy son los que nos gobiernan.

Era del conocimiento público que aquel partido era de alto riesgo por la rivalidad que existe entre el equipo Atlas de Guadalajara y Gallos Blancos de Querétaro, sin embargo a las autoridades poco le importaron los antecedentes y desde un claro ejemplo de corrupción a nivel estatal y municipal, decidieron llevarlo a cabo sin contar con las medidas de seguridad necesarias, solo hay que recordar que el reclutamiento de personal para este partido se realizó parcialmente a través de redes sociales y buena parte de los contratados no contaban con capacitación alguna para poder contener un conflicto del nivel que se suscitó. Aún así, a título personal y como aficionado al fútbol y asistente recurrente al estadio, lo que vieron nuestros ojos no fue un enfrentamiento clásico entre grupos de animación, la sangre fría, la crueldad, la brutalidad de los actos obedecen al actuar de grupos delictivos organizados. Desafortunadamente hasta el momento la versión oficial nos deja apetito de verdad y sobre todo de justicia, el gobernador hizo correr algunas cabezas como las de Carlos Rodríguez Di Bella, quien era el Coordinador de Protección Civil Estatal y quien ese día se encontraba en un torneo de pesca y la del ex Secretario de Seguridad Ciudadana, Miguel Ángel Contreras quien brilló por su ausencia hace 3 años.

Desde ese entonces el “gerente” de Querétaro demostró que no tiene la capacidad de gobernar, su reacción fue tardía y su estrategia fue ineficiente y clasista, sus operativos en 19 barrios populares dejaron ver que su objetivo era encontrar un chivo expiatorio y lo encontraron en la persona de Cuauhtémoc quien estuvo meses detenido, sufriendo todo tipo de violencia a la par que su familia era violentada también, curiosamente Cuauhtémoc se encontraba laborando ese 5 de marzo, no había asistido al estadio. A más de 1095 días los 70 detenidos por lo sucedido en el estadio Corregidora fueron dejados en libertad y sin sanción penal, el gobernador nos vio la cara.

Lo acontecido hace 3 años nos marcaría la pauta de violencia que tendríamos que vivir durante el gobierno de Kuri, balaceras, aumento en la percepción de inseguridad, ataques armados como el de “Cantaritos” y una inoperancia que al parecer va a perdurar hasta que el inquilino de la Casa de la Corregidora deje su cargo. Tiempo al tiempo, en el 27 se van.

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