El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 cambió la historia de nuestro país en diferentes sentidos. Para empezar, en el ámbito democrático, México experimentó por vez primera lo que significa el respeto a la voluntad popular, pues tan sólo en los últimos 30 años la voz del pueblo había sido ignorada y violentada con la imposición de gobiernos encabezados por personajes que no contaban con el respaldo del electorado, pero sí con el espaldarazo político y económico de grupos empresariales que vio en presidentes como Salinas, Fox, Calderón y Peña, a socios importantes para hacer crecer sus negocios y por consecuencia su fortuna personal. Desafortunadamente para el resto de mexicanas y mexicanos, la historia fue radicalmente diferente, tuvimos que sobrellevar diferentes crisis financieras, privatizaciones de empresas públicas, el entreguismo de las autoridades ante el capital extranjero y lo más doloroso, observar como el crimen organizado se propagaba de manera acelerada con la complicidad de aquellos cuya función era velar por los intereses de la población.

Otro aspecto que aún continúa en transformación es la participación ciudadana. Con seguridad la llegada de AMLO junto a otros cientos de representantes populares a espacios de poder, le dio una bocanada de esperanza a una ciudadanía que desconfiaba totalmente de las instituciones electorales y que en buena medida vivía en la resignación de tener que resistir un fraude más. Por ello y con la firme idea de incluir a la población en la toma de decisiones que dan rumbo a la nación, el gobierno de la 4T puso en marcha ejercicios de consulta que alentaron a que la sociedad no sólo se limitara a participar sólo en épocas de elecciones, sino que forjara un hábito de acudir en diferentes momentos para hacer valer su voz y voluntad, muestra de ello fue la consulta sobre el Tren Maya y la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, culminando con la revocación de mandato, que marca un precedente importante en la vida democrática del país. Por cierto, este ejercicio se pide que se lleve a cabo en Querétaro, pero el gobernador aplica la tradicional “ni los veo, ni los oigo”.

La demagogia desde Palacio Nacional es cosa del pasado y hoy López Obrador ha demostrado que otro México es posible, basta ver los números que indican que en estos 5 años, 11.8 millones de adultos mayores reciben su pensión, al igual que 1.4 millones de personas con discapacidad, esto sumado con otros programas, da como resultado una inversión histórica de 1.6 billones de pesos en programas sociales, reforzando de manera absoluta una de las máximas del Presidente, “por el bien de todos, primero los pobres”. Aspectos como el de la vivienda digna y pago justo se han atendido como nunca antes, el Infonavit por ejemplo ha brindado apoyos de regularización a más de 4.8 millones de familias, se pusieron fin a los desalojos y desde 2024 las y los trabajadores independientes podrán incorporarse al instituto.

Aún hay mucho que hacer, los cimientos de un nuevo país apenas se están terminando de construir, pero es esperanzador el futuro que nos espera. En unos meses las y los mexicanos tendremos nuevamente la posibilidad de darle continuidad a un gobierno del pueblo y para el pueblo, y que los atracadores del pasado no vuelvan nunca más.

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