Los resultados que el pasado 6 de septiembre posicionaron a la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, como la encargada de encabezar los esfuerzos y trabajos para garantizar la continuidad de la Cuarta Transformación han generado diversas reacciones, empezando por la de su casa, Morena, donde de manera cordial y respetuosa todos los aspirantes, con excepción a usted ya sabe quién, reconocieron el triunfo de la doctora Claudia y llamaron a la unidad partidista para que las filas se cierren a favor del proyecto alternativo de nación y de esta manera iniciar el camino rumbo a 2024; por su parte el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo lo propio al otorgarle el bastón de mando a la que con seguridad será la próxima Presidenta de México, dicho acto fue realizado en compañía de los gobernadores morenistas, para después protagonizar uno de los actos más simbólicos de la política mexicana en el histórico Templo Mayor; en contraparte y buscando ensuciar el proceso se encuentra Marcelo Ebrard, quien desde un principio se le notó incómodo con el hecho de tener que competir y no gozar de la magia del “dedazo”, nada que sorprenda, ya que el excanciller siempre ha sido un hombre de poder, la resistencia no es su fuerte, su competencia por la CDMX fue prácticamente un día de campo gracias a los excelentes antecedentes de AMLO en la capital y para los desmemoriados, en los momentos más críticos del movimiento obradorista, él se exilió en Europa.
Ante la pésima reacción de Ebrard, la oposición inició el frote de manos, y lejos de hacerle un favor, machacaron más la credibilidad del segundo lugar en las encuestas, basta observar las sonrisas de la señora “X” y la defensa de Alito y Marko Cortés , de pena ajena las declaraciones de una oposición que sigue dando muestras de estar hundida en la desesperación por su poco arrastre y las simpatías electorales disminuidas, nada más imagínense que hoy las velas opositoras están prendidas y acompañadas de rezos para que Marcelo volteé a verlos y decida encabezar un esfuerzo en contra del partido que lo llevó a formar parte del primer gobierno de la 4T. La realidad es que estas esperanzas desesperadas tienen fundamento en las declaraciones del propio Marcelo, diciendo que en Morena ya no tiene lugar y que evaluará junto con su equipo de trabajo cuál será su futuro inmediato, será cuestión de esperar para ver si se suma al proyecto de Claudia Sheinbaum o si se enfunda en otro color, el cuál probablemente sea el naranja, debido a los coqueteos que ambos han tenido desde hace ya varios años.
Así las cosas en la 4T, lo único cierto es que ya hay coordinadora, el Presidente la respalda, el pueblo está con ella, la oposición tiembla ante su fortaleza y su más cercano competidor tiene poco que ofrecer, si, así como lo lee, dentro de los puntos que tendrá que analizar el excanciller es que la fuerza electoral y de estructura que tiene se la debe a Morena, no a su figura; otro aspecto que no está evaluando es que la figura de Andrés Manuel López Obrador es la de mayor importancia en el partido movimiento.