Es de conocimiento público que nuestro país fue sumergido en una ola de violencia desde que el Partido Acción Nacional tomó las riendas del país en el año 2000, particularmente desde 2006, año en el que el espurio de Felipe Calderón asumió la presidencia de la república a través de un fraude electoral. Acción Nacional, como cualquier institución derechizada y profundamente influenciada y adoctrinada por los postulados del fascismo y sus variantes, piensa que “el fuego, con fuego se combate” esta filosofía se tradujo en su estrategia de seguridad, misma que quebrantó el tejido social de nuestro país, que si bien vivía tiempos de ánimos y de confianza en la alternancia partidista de aquella época, rápidamente cayó en el desencanto al percatarse que las prioridades de las administraciones blanquiazules se centran en el aumento de su patrimonio particular, el de sus socios, allegados e inversores y en especial en la cofundación de grupos de crimen organizado los cuales tuvieron como principal objetivo adueñarse del multimillonario negocio que representa el consumo y tráfico de drogas.
Esta forma de gobernar que imperó durante los doce años de panismo a nivel federal se ha tropicalizado en las diferentes entidades que han gobernado desde los noventa hasta la fecha, muestra de ello han sido estados como Chihuahua, Tamaulipas y el propio Querétaro donde el diálogo con la oposición y todo aquello que no comprenden, se sustenta en la violencia y en la represión. El plan Orden impulsado por Felipe Macías en campaña tuvo tintes de intolerancia desde su presentación en público, se dejó entrever que el garrote y las puertas cerradas serían las vías de comunicación institucional y no institucional de su administración y en más de una ocasión han hecho gala del brutal uso de la fuerza como un método de orden.
Lo que se suma a la indignación popular es la indolencia y soberbia del alcalde de Querétaro, un político de reciente creación, quien gracias a su cercanía con Ricardo Anaya ha logrado posicionarse de manera acelerada en espacios de representación, su inexperiencia es equiparable a la indiferencia que tiene ante el dolor humano y los estragos que dejan sus decisiones en la vida de los más necesitados. La falta de acuerdos con los comerciantes itinerantes habla de la falta de capacidad de sus funcionarios como el secretario De Los Cobos y el ex priista Arreguin. El equipo de comunicación de Macías sabe que no le puede lavar la cara al gobernante, es un represor y eso le hace mella en sus aspiraciones rumbo a la candidatura para ser gobernador en 2027, si bien era de los mejores posicionados, estas acciones no pasarán desapercibidas en la guerra de desprestigio que se empieza a cocinar desde las oficinas de sus compañeros de partido quienes no desaprovecharán la oportunidad para hacer leña del árbol caído.
La reprobable represión de los funcionarios municipales ha sido ampliamente criticada en los medios de comunicación nacional, en lo local ya sabemos que las plumas que se encuentran en nómina son capaces de tapar el solo con un dedo con tal de seguir guiñándole el ojo a quienes les ponen billetes en las ocho columnas que escriben; al mismo tiempo este suceso desnuda al presidente estatal del PAN como un político básico, incapaz, poco creativo y de un impacto menor en su partido, Martín Arango se fue por la fácil como acostumbra, señalar a Morena como la supuesta mano detrás de las compañeras y compañeros artesanos.
Señoras y señores, se imaginan ¿cómo sería la realidad de aquellos que no coincidimos con el oficialismo si Felipe Macías llega a la gubernatura? El garrote sería su principal arma de acuerdo, la persecución aumentaría y viviríamos como oposición y sociedad un terror que ya conocemos, que no olvidamos, pero que estamos convencidos de que jamás regresar.
Ex diputado local de Morena

