El 15 de febrero de cada año se conmemora el Día Internacional del Cáncer infantil, una fecha en que conmemoramos uno de los problemas más dolorosos y delicados que vive cualquier sociedad en materia de salud: el cáncer infantil. Desde 2002, el año en que se estableció, esta jornada pretende concientizar acerca del cáncer infantil y demostrar nuestro apoyo y solidaridad para las niñas, niños y adolescentes que lo padecen o lo padecieron y, por supuesto, también a sus familias.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en promedio cada año se detectan aproximadamente 280 mil nuevos casos de cáncer a niños entre 0 y 19 años en todo el mundo, de los cuales 30 mil se registran en América Latina y el Caribe.

En esta región es muy evidente el impacto de la desigualdad: mientras en países de ingresos altos el 80% de los niños con cáncer logran curarse, en países de ingresos bajos como el nuestro la tasa de curación desciende drásticamente al 20%.

El caso particular de México es desolador, ya que aquí el cáncer infantil es una de las primeras causas de mortalidad en menores de edad. Al ser una enfermedad catastrófica, su curación requiere acceso a tratamientos y medicamentos que suelen ser muy costosos, por lo que muchas veces la mortalidad es causada por la falta de acceso a los mismos. El solo hecho de que una niña o un niño padezca esta enfermedad es una tragedia, pero que el gobierno de su país lo abandone es una verdadera desgracia.

El gobierno del presidente López Obrador dejó completamente abandonados a los niños con cáncer. Las erráticas, improvisadas y absurdas políticas de su gobierno en materia de salud han privado de medicamentos esenciales a niños con cáncer y su falsa política de austeridad solo ha servido como pretexto para ahogar las instituciones de salud federales, que son incapaces de brindar atención adecuada a quienes sufren estos padecimientos.

Por ello, son de reconocerse las políticas de gobiernos estatales como el de Querétaro, que recientemente ha redoblado un programa permanente de detección oportuna de cáncer infantil. También desde la Cámara de Diputados hemos impulsado que se establezcan mesas permanentes de trabajo para resolver caso por caso las necesidades de cada niña o niño con cáncer y recientemente aprobamos una reforma para que los padres de familia puedan tener permisos laborales para acompañar a sus hijos en sus tratamientos.

Vencer el cáncer infantil es un reto que nos corresponde a todos. Debemos continuar impulsando la difusión de sus síntomas para lograr una detección temprana y seguir exigiendo que se destinen recursos para garantizar médicos, medicina y tratamientos para quienes lo padezcan. Es tiempo de que como sociedad nos pongamos el listón dorado para hacer todos juntos, desde nuestra trinchera, lo que nos corresponde para que nuestras niñas, niños y adolescentes, tengan esperanza de vida y de un futuro mejor.

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