El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política” Simón Bolívar. El pasado 5 de mayo se cumplió un aniversario más del nacimiento de Karl Marx (1818), quien junto a Engel en el famoso Manifiesto de 1848, fue el origen del Estado de Bienestar, inspirado sin duda alguna en el Manifiesto entre Iguale de Grachus Babeuf y en los movimientos sociales del Siglo XIX con sus versiones marxista desde luego, anarquista, social demócrata y cristiana con algunos obstáculos de las revoluciones de 1848, la Comuna de París de 1871 y en la revolución socialista derrotada por Bismarck que dio origen a la seguridad social. El nombre de Karl Marx, asusta a gente que ni siquiera ha leído sus  obras e ignora, según el autor de esta editorial, sirvieron de base para que, a partir de artículo 117 de nuestra tan manoseada Ley Federal del Trabajo, se consagrara el derecho al reparto de utilidades; empero, no nos desviemos del tema.

En 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial, se diseña un nuevo mapa mundial es diversos aspectos: Económico, político y social, convirtiendo el anticomunismo como religión oficial de  EU  con el macartismo al frente; empero la reconstrucción de Europa y Japón y otros países vencedores de la guerra, son derrotados en la economía y esto motivó nuevas versiones del Estado de Bienestar, con la extraordinaria aportación de la Gran Bretaña a través del Plan Beveridge para construir una nueva Seguridad Social.

Brincando hasta 1973 cuando el encarecimiento del petróleo provoca lógicamente los precios de diversos productos, inflación, el cierre temporal o definitivo de algunas empresa, despidos colectivos, desempleo, huelgas declaradas y pérdida del valor de los salarios. Por supuesto el algunos países desarrollados, surgieron una serie de propuestas de soluciones: La Concertación Social (España), en la Gran Bretaña de Margarita Thatcher, su socio en EU Ronald Regan, enseguida la emprendieron en contra del Estado de Bienestar, amparados por las agresivas académicas de la Escuela de Chicago de Milton Friedman, quien según Néstor de Buen: “… una frase del gurú del neoliberalismo Alfredo Mallet en una reunión mexicana, no dejó lugar a dudas: ´El atado de medidas conocidas bajo la capciosa denominación de seguridad social tiene tan nefastos efectos sobre la economía de un país como  la política de establecer salarios mínimos, atención médica para grupos determinados, habitaciones populares, precios agrícolas subvencionados, etc.”
Ludwig Von Mises en su libro “Socialismo”, estrena la palabra “destruccionismo” nos indica, según su personalísimo “pensamiento”, el socialismo se vale para destruir la propiedad privada, de: a) La protección legal al trabajo; b) El seguro obligatorio; c) Los sindicatos; d) El seguro contra la desocupación; e) La socialización; f) La política fiscal y g) La inflación.

Hoy en día, como antaño, el flanco preferido para atacar el Estado de Bienestar es de largo plazo de las contingencias de retiro y pensiones y por lo tanto sumamente delicado y peligroso: La Seguridad Social, pues el Derecho del Trabajo, se vive cotidianamente con una ley, más parecida a Frankestein que un ordenamiento legal actualizado y que en verdad busque el equilibrio de capital y trabajo, con Jueces de lo Social, dependientes de los Poderes Judiciales de Federación y Estados.

La privatización que algunos ingenuos denominan Seguridad Social, nace en la dictadura militar en Chile mediante el Decreto Ley no. 3,500 en 1980, con el ahorro individual de instituciones privadas, llamadas Administradoras de Fondos de Pensiones, copiadas por el régimen de Carlos Salinas de Gortari, bajo el nombre de AFORES, cuyas reglamentaciones, obligan a los trabajadores mexicanos, entregarles su dinero para un supuesto retiro o pensión dignas al finalizar por su edad y cotizaciones, su vida laboral.

Recién nos enteramos, de que el dinero de los trabajadores (miles de millones de pesos) el gobierno federal, ha reconocido, que sirve para la construcción  del 75% del nuevo aeropuerto de la Cd. de México; es decir, el “ahorro” de los trabajadores, por Ley es entregado a los grandes capitalistas mundiales, no sólo para que con ellos, “jueguen” en la bolsa de valores, la nacional y extranjeras, sino para la construcción de grandes negocios privados.

Así las cosas, el famoso Estado de Bienestar, protector de las clases menesterosas, se ha convertido en los últimos años, en un verdadero Estado de Malestar; si bien el Estado es la personificación jurídica de la Nación, nos encontramos en que el gobierno federal no gobierna en la mayor parte de ella, pues amplios espacios se encuentran copados por delincuentes, inclusive de “cuello blanco”, fraudes por doquier, abusos de fuerza y de poder político; dudas fundadas sobre la renegociación del TLC; incertidumbre en la industria automotriz y de otros giros; el pago de “cuotas” a gobernantes o criminales para que subsistan pequeños y medianos comercios; dudas sobre elecciones “limpias”, justas, legales y con certeza.

Mi Alma Mater de la  Especialidad en Derecho Internacional del Trabajo y Seguridad Social, la Universidad de Salamanca España, recién ha cumplido 800 años de su fundación y obviamente se han celebrado con una serie de actos artísticos y principalmente académicos, a los cuales por desgracia no he podido asistir, por un grave y aún intenso problema con la salud de uno de mis hijos; empero, por supuesto, en las pocas horas que tengo libres, he seguido de cerca, a través de la red, las celebraciones de estos ocho siglos.

Explicar las materias de mi especialidad, en los mismos salones en que lo hicieron entre otras grandes personalidades y pensadores, como don Miguel de Unamuno, el padre de Néstor y abuelo de Carlos, don Demófilo de Buen, es además de grato, implica una gran responsabilidad, pues basta con ingresar a la ahora Aula  Magna, para sentir y vibrar en corazón y alma, los nobles y notables pensamientos de quienes toda su vida la dedicaron al estudio y propuestas para la mejora de un mundo mejor, mismo que hoy en día por desgracia, se encuentra definitivamente convulsionado en diversos aspectos y estamos siendo testigos de cómo el progreso acaba con la gente. Es menester que el próximo presidente de México, convoque con autoridad moral a un Pacto de Concertación Social y no olvidar las palabras del propio don Miguel Unamuno: “Deberíamos tratar de ser padres de nuestro futuro, en vez de hijos de nuestro pasado”.

Desde luego, amigo lector, tú tienes una mejor opinión.

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