Una de las necesidades más básicas para el individuo es la aceptación total, el afecto, la estructura y la admiración.

La máscara del rechazo es la herida de la huida.

Surge en la niñez y también podemos sentirnos de esa forma en la edad adulta, en la infancia se gestiona desde el vientre de la madre, cuando la familia se avergüenza, cuando se espera un sexo y no otro, esto descalifica nuestro derecho a nacer y a ser parte.

Y es que cuando están adultos ya interpretan todo desde la herida del rechazo, es decir,  se sienten rechazados todo el tiempo, que no son parte. Su mente va a interpretar alguna situación en donde se refuerza la fantasía.

El huidizo duda de su derecho de existir, así que el cuerpo del rechazado generalmente es  delgado, no quieren ocupar espacio en la vida para no incomodar y sobrevivir.

En la infancia son niños muy introvertidos alojados en la fantasía, muy callados, bien portados, porque ese mecanismo se lo llevan a la edad adulta de forma no se exponen emocionalmente, son personas que no se comprometen o les cuesta trabajo, no se dan derecho a ser ellos mismos el espacio de la fantasía es un espacio seguro.

Tienen muchas dificultades para interpretar el amor, si se sienten incómodos  por algo o alguien los ame realmente, estarán huyendo para evitar el rechazo, se manifiesta sexualmente también negándose su derecho a intimar.

Son personas que se autodevalúan continuamente, piensan que sus valores están sustentados en tener grandes títulos o hacer grandes cosas para tener un espacio de valor en el mundo. Evitan el recibir, les cuesta mucho y se sienten culpables o inmerecedores.

Son personas solitarias, ante algún grupo no participan y se eclipsan porque son muy inseguros, no les gusta recibir atención.

Se perciben incompletos y no se sienten parte del mundo eso genera una gran resistencia y resentimiento ante el mundo porque no se sienten aceptados, son intolerantes, no dan explicaciones de alguna situaciones, simplemente huyen.

Buscan la perfección constantemente, porque si se equivocan temen ser rechazados, lo que genera trastornos de ansiedad y pánico. Maduran muy rápido en su infancia.

Esta herida se sostiene del rechazo más importante: la del propio individuo.

¿Cómo sanar?

Primero es importante conocer esta herida, acompañado siempre de un profesional, porque explorar esta personalidad puede ser dolorosa y confusa.

Aceptar que tienes la herida a través de tus patrones conductuales y las acciones en tu personalidad.

Entender el origen, para que  la mente pueda armar ese rompecabezas y entender  nuestras situaciones.

Atravesar el dolor, hacer conciencia de lo que perdimos, las relaciones frustradas, enfrentar lo que provocan  nuestros pensamientos de desvalorización.

Sanar la relación de la figura de rechazo, no significa necesariamente restaurar la relación, es perdonar o no y reconocer lo que puede pasar si podemos vincularnos desde el amor y no desde el rechazo y el miedo.

Vuelve a vincularte con tu niño interior, permite explorar, ser el mismo, aceptarnos a través de esto, tus alcances, deshacerte de la necesidad de ser para que tu puedas abrir tu mundo a los demás, hacer conciencia de tus actitudes evitativas, disfrutar de tu viaje para descubrirte nuevamente sin la herida.

Sanar nuestras heridas infantiles es sanar nuestro pasado, presente y futuro.

*Artista visual, escritora y terapeuta

Google News