Caos, desorden, violencia. El anarquista: el encapuchado como revoltoso, como infiltrado, como halcón del sistema.

Todos los argumentos, todas las palabras se valen para deslegitimar una expresión ideológica y práctica de nuestros tiempos. No hay tiempo para la reflexión ni mucho menos el análisis, el morbo y la criminalización de la protesta venden más.

Las imágenes en los medios masivos de comunicación, las ligeras expresiones, los iracundos discursos de comunicadores sostenidos a prebendas del sistema, son la muestra del enorme desconocimiento y del temor que el anarquista inspira. Sin embargo su incomprensión no es reciente, la historia así lo demuestra.

Para eso bastan las imágenes distorsionadas por las televisoras y los medios en la actualidad.

En el pasado, simplemente se destruía cualquier evidencia de su presencia, en el caso del anarquismo, su incomprensión y desconocimiento le han llevado a la marginalidad histórica, a la criminalización de su práctica y en el menor de los casos, al olvido.

Sin embargo las evidencias actuales de su práctica parecen haber desatado la virulencia de los comunicadores, quienes como supuestos líderes de opinión contribuyen a desinformar y desvirtuar una expresión política vigente en nuestros días, activa en nuestras calles y más que nunca viva.

Pero, ¿quiénes son esos anarquistas? ¿Esos jóvenes en las calles? Cabe decir que pocos medios han contribuido a subsanar la duda. Ejemplo de ello es la entrevista concedida a dos anarquistas a un medio veracruzano, en la que se mira a dos encapuchados hablar de una resistencia que va más allá de lo que los medios masivos nos buscan hacer creer.

Dicha entrevista es, como lo mencionaron los jóvenes, una de las pocas o nulas oportunidades para expresar los pormenores y los motivos de su lucha, la cual va más allá de los cocteles explosivos lanzados a las fuerzas policiales y que extiende su presencia hacia el ámbito cotidiano en forma de bibliotecas comunitarias, de comedores, proyectos autogestivos, círculos de lectura y estudio, capacitación y tejido de redes de solidaridad entre muchas otras cosas.

Muchas son sus vertientes y muchas sus líneas de acción. Para comprenderlo hace falta deshacerse de los prejuicios, de los estigmas y sobre todo llegar a su análisis sin imágenes preconcebidas.

Quizá para entenderlo habrá que atender a su historia, la cual ha sido analizada por diversos investigadores, quienes han comenzado a plasmar ese trayecto que es en sí mismo la muestra de una presencia sostenida que se ha ido adaptando a los cambios y que hoy muestra ciertos rasgos que lo colocan como parte de un contexto histórico amplio.

Del análisis se tienen sus riesgos, siempre que se trate de entenderlo bajo los conceptos mediáticos. Lo importante es analizarlo a partir de las nuevas fuentes de estudio que están disponibles, bibliotecas virtuales, textos académicos, análisis críticos y por qué no a través de la misma experiencia.

Queda pendiente mostrar el detalle con que ha sido analizado a través del tiempo, de las formas en que persiste y deja su huella a través del tiempo. Los medios de que se vale para difundir su ideal y llevar a cabo su práctica, por su bastedad y el reducido espacio solo queda invitar y llamar a la reflexión y al análisis profundo de un fenómeno social de alto alcance y que tiene una raíz profunda y digna de ser conocida.

Miembro de la Juventud Progresista de Querétaro

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