Existe una diferencia de fondo entre la lealtad y la incondicionalidad. La lealtad implica gratitud y acompañamiento, aunque quien es leal, puede no seguir a la persona a quien le tiene esa lealtad en una decisión que considere incorrecta, poco ética o inmoral, a partir de ese momento su obligación sería señalar por qué no cree en el rumbo que se quiere tomar y, de persistirse en llevar a cabo la acción, entonces no habría traición, si la persona a quien se le debe lealtad decide continuar con su proyecto y el sujeto leal no lo sigue. Por otro lado, la incondicionalidad implicaría ir hasta el final con la persona a quien se es incondicional, sin importar qué decisión haya que respaldar, buena o mala, legal o incluso ilegal.
Para la división interna que hoy ocupa al PAN y que se ve principalmente reflejada en el Senado de la República, sería de utilidad diferenciar entre estos dos conceptos, ya que varios militantes con cargos destacados se acusan los unos a los otros de traidores, que seguramente los habrá, pero también puede tratarse simplemente de personas leales pero no incondicionales, o de políticos que sólo aceptan incondicionales a su lado y todos los demás son traidores o enemigos. Ahora tocó el turno a la senadora Adriana Dávila de lanzar la piedra contra los rebeldes panistas en la Cámara Alta quienes le regresaron los “cumplidos” con intereses.
La senadora tlaxcalteca, identificada en principio con la aspiración presidencial de Margarita Zavala como candidata del PAN a la Presidencia de la República, señaló que no seguiría en ese proyecto, mientras que exigió a quienes apoyen a candidatos que no sean panistas —entiéndase Ernesto Cordero, Javier Lozano y Roberto Gil— a que se vayan del partido y dejen con ello lo que llamó una simulación, por estar de membrete en un lado y por el otro apoyando intereses ajenos al partido albiazul. También llamó a su correligionario y colega senador Roberto Gil, el Caballo de Troya, por supuestamente estar con Rafael Moreno Valle, de quien dijo, sería un candidato a modo para el PRI, aun cuando el ex gobernador de Puebla sí es militante de Acción Nacional.
En respuesta, los senadores rebeldes, buenos para el debate, dicen que ya cambió de chaqueta, dejando de apoyar a la ex primera dama a cambio de una diputación plurinominal federal, que supuestamente se la habría ofrecido desde su dirigencia nacional. El tiempo dirá si esto fue verdad y ésta fue la razón de su repentino cambio de decisión o simplemente es que fue leal a una causa mientras tuviera sentido y dentro los intereses del partido, pero no hubo incondicionalidad para apoyar la decisión de Margarita de dejar el PAN y competir contra él.
Si el único interés de Zavala era ser candidata a la Presidencia en el 2018, entonces tuvo razón en renunciar al PAN, ya que jamás sería la candidata de su ex partido o del Frente Ciudadano por México, Ricardo Anaya le había ganado la partida haciendo política en diversas cúpulas políticas para construir el Frente y colocando los andamios de su proyecto en su propio partido, mientras que Zavala se dormía en las encuestas que la posicionaban bien, pero que no bastan para hacer un candidato. Margarita falló en construir un discurso atractivo, en presentar una imagen más presidencial y trabajar territorialmente haciendo una estructura real mientras hacía enlaces con otras fuerzas.
Tanto Margarita como su esposo Felipe Calderón han señalado falta de democracia en la dirigencia actual del PAN, pero ahí es donde falla la memoria, toda vez que el arma de las designaciones fue inventada y estrenada cuando Calderón era Presidente de la República y del PAN a la vez, vía interposita persona. Esa arma se usó irracionalmente, truncando proyectos construidos con trabajo y destruidos con caprichos, que tuvieron origen o aval en Los Pinos.
La trayectoria política de Adriana Dávila está fuertemente ligada a Margarita y al ex presidente Calderón con quien trabajó en el CEN del PAN y en Los Pinos, así como a gente cercana a ellos, como Ernesto Cordero, quien fue su jefe en la Secretaría de Hacienda, por lo que se podría decir que les debe, sin embargo, la senadora podría argumentar que fue siempre leal pero no incondicional de sus antes mecenas políticos.
Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp