Sólo pude verlo una vez en directo. Fue hace 10 años, el 30 de agosto de 2007, cuando Ronnie James Dio trajo al Auditorio Nacional de la Ciudad de México una gira bajo el título “Heaven & Hell Tour” con el que recordó su debut dentro de Black Sabbath en el que fuera su noveno disco de estudio, que se publicó en 1980 y tras la salida del siempre polémico Ozzy Osbourne.

El lunes pasado, el cantante poseedor de una de las voces más emblemáticas del heavy metal habría cumplido 75 años y la efeméride me llevó a recordar aquel jueves de agosto de hace una década; época en la que una curiosidad musical me ayudó a seguir todas las vertientes del rock y trataba de presenciar en vivo el mayor número de bandas, sin distinción de estilos y géneros. Sin embargo, ver a una leyenda es muy distinto, se puede apreciar cómo envuelve a todos con su presencia que hipnotiza con sus cuerdas vocales. Había escuchado en ese entonces muy poco de Elf y Rainbow, ésta última una gran banda de los 70, de la que Dio era vocalista antes de tomar el lugar de Ozzy en Black Sabbath. Por otra parte, de Sabbath sabía más aunque tampoco podía describirme como el conocedor de toda la trayectoria, ya que estaba en formación musical, digamos.

Ver a Dio tuvo un gran impacto, fueron 12 piezas las que tocó junto a Vinny Appice, ex-integrante de Sabbath y con los miembros originales, Tony Iommi y Geezer Butler, en aquella reunión gestada en 2006 y que llegó a su fin en 2010.

Decir que duró poco es injusto, ya que duró lo necesario para dejar a unas ocho mil almas satisfechas que corearon de principio a fin el setlist, en ese entonces Dio ya contaba a cuestas con 65 años de edad. Temas fuera del catálogo comercial de Sabbath como “The mob rules”, “Children of the sea”, “I”, “Voodoo”, “Computer God”, “Falling off the edge of the worl”', “Die young” entraron por mis oídos para nunca más salir.

Para nada se olvida todo el escenario a oscuras y tan sólo una luz roja iluminando el rostro de Dio al momento de entonar “Heaven and hell”, tema cumbre de la velada; no obstante, el éxtasis provocado por aquel falso final, ya que Dio y compañía volvieron a escena a regalar dos temas más: “Shadow of the wind” y “Neon knights”.

Fue un concierto imponente de principio a fin, una voz insuperable había cautivado un nuevo discípulo al menos, y había dejado catárticos a los fans presentes.

Ronald James Padavona, mejor conocido como Dio, nació el 10 de Julio de 1942 en Portsmouth, New Hampshire, Estados Unidos, aunque pronto se trasladaría con sus padres, inmigrantes italianos, al condado de Cortland, New York. A sus cinco años, su padre le regaló una trompeta, con la que practicaba cuatro horas diarias hasta que cumplió los 17, siendo el único instrumento que realmente llegó a estudiar. Gracias a su adolescencia incursionó en el rock y  desde 1957 estuvo activo en la escena musical, pequeño de tamaño, pero poseedor de un talento como pocos.

Así son las leyendas, inquietas e imparables, pues aunque su ser se apagó el 16 de mayo del 2010 debido a un cáncer de estómago, su voz todavía se escucha en la memoria de quienes pudimos verlo o escucharlo a través de sus discos. Fue 2007 el último año que visitó México y han pasado ya 10 años. Dio murió hace siete, pero su legado permanece y sigue siendo un referente de la entrega y profesionalismo de los músicos dedicados al heavy metal de todo el mundo.

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