—Abuelito, si el 11 de octubre se celebra el Día de la Niña, desde 2012, ¿entonces ella tiene doble celebración?
—Esta fecha no tiene nada que ver con las cuestiones consumistas del 30 de abril. La ONU (1) la creó con la intencionalidad de que niñas y adolescentes conocieran sus derechos y brindarles una educación en la cual sean capaces de reconocer los abusos de los que son víctimas en todo el mundo.
—¡Pero eso también se aplicaría para los niños!
—No. Las niñas, a diferencia de los niños, son obligadas a casarse muy pequeñitas con adultos, son compradas o cambiadas por ganado, son vendidas como esclavas, y no reciben ningún tipo de información sobre la salud reproductiva, las maneras de evitar los embarazos no deseados o las infecciones de transmisión sexual, y también son obligadas a ejercer el comercio sexual.
—¡Esto es violencia hacia el género femenino infantil! ¡No hay vuelta de hoja!
—Leí algo terrible que informó José Narro (2), en Monterrey (3): “En 2017 nacieron 9 mil 748 pequeños de madres de 14, 13, 12, 11 y 10 años. Es más, cada día de 2017 nacieron dos pequeños de madres de 10 y 11 años…”.
—¡Eso no puede ser!
—Desafortunadamente lo es. En vez de estudiar y de jugar como lo hacen los niños, las niñas están sufriendo al parir, cambiando pañales y mermando su salud física y mental, recibiendo burlas e insultos, siendo señaladas, corridas de su casa, empujadas a dedicarse al comercio sexual, ¡estrellando contra el piso su inocencia!
—Abuelito, pero ¿por qué no abortan?
—¡Prohibido está! A estas niñas las obligan a tener a sus hijos, ¡a los 10 años de edad! Y, ¿sabes quiénes las embarazan? ¡Los hombres adultos! Hombres que son mayores que ellas hasta 50 años o más. Según la ENSANUT (4), en México, el 70% de las niñas de entre 10 y 14 años que tuvieron un hijo nacido vivo, el padre tenía entre 18 y 78 años.
—¡Eso es un abuso sexual! ¡Una violación!
—¡Claro! ¿Y sabes dónde las violan? ¡En sus casas! En ese sitio en el que ellas deberían de sentirse a salvo y estar protegidas. Mientras son abusadas por los hombres adultos, la sociedad, el gobierno y las leyes no hacen nada para castigar a los perpetradores y a los familiares adultos que no cuidaron de ellas.
—Pues sí ya le dieron en la torre a su infancia y a su inocencia, ¡deberían de permitirles detener legalmente sus embarazos, antes de echarles a perder, por segunda vez, aparte de su infancia, el resto de su vida! Ya no van a poder estudiar, ¡ni siquiera trabajar!
—Así es, ya que gracias a ese embarazo, o embarazos, se convierten en esclavas de su familia. A partir de esa lamentable situación, con el pretexto de que “no aportan económicamente nada para la casa”, las ponen a realizar las tareas más cansadas de la casa y las maltratan psicológicamente, el resto de sus vidas.
—¿Te imaginas toda la carga emocional negativa y de resentimiento con la que va a crecer su hijito? Luego estos niños crecen tan dolidos contra todo y contra todos que hacen cosas terribles.
—Entonces también debería de haber otro día para el niño. Para ese niño maltratado, que desconoce sus derechos y, que al igual que las niñas, son lastimados por otros niños, de los cuales desconocemos sus historias, pero que seguramente sus motivos están en situaciones como estas de las que estamos hablando.
—Pues si durante mil años el Día del Niño ha sido sólo para fiesta y compras, quizá a partir de ahora, el Día de la Niña sea para abrirle los ojos y los oídos a aquellos y a aquellas pequeñas que, dadas sus condiciones sociales, familiares o de género, sufren maltrato tanto de sus iguales, como de los adultos.