Están de moda las adaptaciones cinematográficas de sagas literarias, pero en un país como México en que la gente no lee –y los jóvenes no son orientados por padres o maestros hacia la lectura como esparcimiento-, no es de extrañarse que una serie como la de Crepúsculo sí haya tenido éxito debido a la presencia de actores guapos y famosos de Hollywood o Los juegos del hambre que recuerda a esos “reality shows” de la televisión (y que tiene más acción que el fabuloso libro de George Orwell, 1984). Mientras que lo mismo da que lleguen a la pantalla títulos como: Las crónicas de Spiderwick, Stardust, un puente hacia Therabithia o El séptimo hijo.
El séptimo hijo es el título de un libro en el cual no está basada la película que fui a ver la semana pasada en una sala de cine en la que sólo estábamos tres personas. El nombre original de esta historia es El aprendiz de espectro (The spook´s apprentice) del escritor inglés Joseph Delaney. Con una fotografía estupenda, esta cinta hace lucir los hermosos paisajes del bello Vancouver, en la región de British Columbia en Canadá, bajo la dirección de Sergei Bodrov. Sin embargo, el lugar de la trama es indefinido, lo mismo que el tiempo enmarcado dentro de un ambiente un tanto medieval.
El protagonista, Ben Barnes, es un asiduo intérprete de personajes salidos de las páginas de obras literarias como Dorian Grey, Las crónicas de Narnia o Stardust (El misterio de la estrella en Latinoamerica). En esta ocasión le da vida a Thomas Ward, quien es el séptimo hijo de un séptimo hijo (pero también de una mujer que es capaz de revelar su más grande secreto por salvar a su retoño) y el último aprendiz del maestro Gregory (Jeff Bridges), una suerte de hechicero dedicado a acabar con las brujas, empecinado en derrotar a la más grande de ellas, Madre Malkin (Julianne Moore), pues amenaza destruir el mundo con su maldad.
Para mi mala suerte, por razones digamos de logística, vi el Séptimo hijo doblada al español, así que he de dar por consabido el hecho de que Bridges y Moore dieron su mejor esfuerzo. Aunque no son de mis actores favoritos, a Jeff le ha dado por ser un buen guía de “elegidos” como en The giver (El dador de recuerdos, basada en la novela de Lois Lowry), además de que por supuesto también con el paso de los años se ha ido convirtiendo cada vez más en mejor actor; al tiempo que la Moore se suma a la lista de estrellas que muestran la bruja que todas las mujeres llevamos dentro. Esto sin contar que acaba de hacerse de un Globo de oro y un premio del SAG (Screen Actors Guild) por su papel en Still Alice, lo cual podría sugerir una garantía.
Volviendo a la realización del aprendiz de espectro, creo que los efectos son muy buenos, pero no hay nada que nos sorprenda, aun entre tanta acción, magia, dragones o personajes fantásticos. Me parece que esta vez las más de doscientas páginas del libro quedaron muy apretadas en ciento dos minutos de film.
Por tanto, El séptimo hijo es una película entretenida, una mega producción que sí vale la pena ver aun cuando sabemos que no nos cautivará como otras de su clase. El libro por su cuenta parece ser más digerible para adolescentes y fanáticos de la literatura de ficción.
Ambas versiones tienen diferencias entre sí, mismas que ya anunciaban en su momento las casas productoras que hicieron el filme. Por ejemplo, por mencionar sólo un par de ellas: en el libro Thomas tiene 13 años, en tanto que en el cine es un veinteañero, lo que amplía el rango de público destinatario, a la vez que permite el desarrollo del enamoramiento entre él y Alice. Por otro lado, está el caso de Billy Bradley que en la novela es un fantasma que se le aparece a Tom, un antiguo alumno de Gregory; en la película le dan un poco más de peso, lo que permite la participación del actor Kit Harington (Jon Snow en Game of Thrones -extraordinaria serie de HBO, adaptación de los libros de George R. R. Martin-). Así, incluyendo también a Alicia Vikander, se conjunta un elenco juvenil prometedor no americano con la experiencia estadounidense.
Para concluir, sólo quiero decir que aun cuando hacer películas de sagas literarias está de moda, espero que ésta sea la única que se haga de Las crónicas de la piedra de Ward a la que pertenece el aprendiz de espectro; no podríamos, o al menos yo no podría ver dieciseis películas que hablen de lo mismo con los mismos personajes. El caso de Harry Potter es excepcional en todo el mundo, es un garbanzo que se cuece aparte.
En fin, esperemos a ver qué más nos trae este 2015 para estas líneas que sólo quieren hablar de tinta y celuloide.