Nada resulta más deleznable que sacar provecho político de la desgracia de quienes padecen una tragedia. La llegada del huracán Otis en las proximidades del puerto de Acapulco, el pasado 24 de octubre, alcanzó tierra con una gran magnitud dejando destrozos materiales y muerte.
The San Diego Union-Tribune señala que “los modelos computacionales usualmente confiables y los meteorólogos que los emplean no pronosticaron el fortalecimiento explosivo de Otis”. El diario estadounidense afirma que, “al puerto de Acapulco se le informó que debía esperar una tormenta tropical cuya fuerza se encontraba apenas por debajo de la categoría huracán, pero 24 horas más tarde, Otis arremetió contra la costa mexicana con vientos de 266 km/h, el peor ingreso a tierra de cualquier huracán del Pacífico oriental del que se tenga registro”, los científicos continúan sin tener explicación a lo inesperado de este fenómeno meteorológico.
Según datos ofrecidos por la Fiscalía del gobierno de Guerrero, las consecuencias del huracán Otis, hasta el 29 de octubre –fecha en la que fue escrita esta nota– era de 43 personas fallecidas y 36 no localizadas. Los daños materiales sobrepasan las 220 mil viviendas en Acapulco y Coyuca de Benítez. La afectación por cortes de electricidad alcanzó a 513 mil 524 personas. Y, de acuerdo con información de la Coordinación Nacional de Protección Civil, el 80% de los hoteles de la zona sufrieron daños graves.
Ante esta desgracia se desató una campaña mediática para difundir datos alterados sobre los daños ocurridos y se acusó a organismos públicos, religiosos y dependencias gubernamentales de supuesta apropiación y decomiso de víveres. Mediante esta narrativa se lanzó el hashtag #NoDones a los damnificados de Guerrero.
Haciendo eco de lo anterior, apareció en redes sociales un boletín falso, atribuido a la Cruz Roja Mexicana en el que se informaba que “1. Efectivamente el presidente del Patronato a través de Latinus denunció que tenían detenida la ayuda humanitaria en Chilpancingo”. La publicación enuncia un total de siete puntos con contenido engañoso, que fue desmentido por la propia institución horas más tarde (https://aristeguinoticias.com/2810/mexico/huracan-otis-cuidado-cruz-roja-advierte-de-comunicado-falso-sobre-ayuda-a-guerrero/).
Promover el hashtag #NoDonar generó inestabilidad y un clima adverso a las tareas que realiza en este momento el gobierno federal.
Desalentar a los mexicanos para evitar que envíen ayuda a los damnificados guerrerenses rompe el límite ético en todas sus manifestaciones, como apunta el periodista Jorge Zepeda Patterson en “X”, antes Twitter: “Temporada de huracanes y buitres. Afirmar irresponsablemente que el gobierno bloquea la ayuda conducirá a muchos ciudadanos a dejar de hacerlo. ¿No es eso criminal?”.
En un escenario ideal, el papel de la oposición y de los medios sería cuestionar el ejercicio del poder del gobierno en turno. Nadie niega esa legítima función. Pero, aprovechar la lamentable tragedia de Guerrero para posicionarse de cara a las elecciones de 2024, eso sí, es abyecto e infame.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale