Concepción Delgado Parra

Polarización y mercado político de la violencia

La erosión de los lazos sociales es la nueva marca de identidad de nuestras sociedades

Nada fomenta más el sentido de pertenencia que la polarización política. Sin duda, este fenómeno constituye uno de los recursos más efectivos y rentables para construir una base social con fines electorales. Al mismo tiempo, la marcada división entre “nosotros” y “ellos” que produce la confrontación se convierte en un terreno fértil para la instrumentalización del mercado político de la violencia en México.

Tras las elecciones de 2018 y 2024, la oposición en México continúa sin encontrar un canal efectivo para conectar con la población. Carece de un liderazgo sólido, así como de un proyecto de nación que logre persuadir a la sociedad. Actualmente, oscila entre una derecha tradicional y una ultraderecha con la que no termina de identificarse por completo.

En este marco, redobló su apuesta por polarizar a la población en torno a un problema grave y real —la violencia y la inseguridad—, exponiéndolas como una situación apocalíptica y sin matices. Al grito de “estamos en un estado de guerra total, el Estado ha colapsado y solo una mano firme puede salvarnos”, pretende generar pánico y una sensación de desamparo con el propósito de que la población rechace al actual gobierno y se incline por el retorno al pasado.

Los opositores a la 4T tienden a simplificar un problema complejo y multifacético, una violencia estructural en la que convergen el narcotráfico —impulsado desde el país del norte—, la colusión entre autoridades y empresarios con el crimen organizado, la corrupción y las deficiencias en el sistema judicial, además de la actual disputa por la reconfiguración geopolítica mundial. Todo lo anterior, lo reducen a una causa elemental: la supuesta tolerancia del gobierno actual. Ante esta visión, proponen una solución igualmente simplista e irresponsable: la intervención de Donald Trump y la revocación de mandato de Claudia Sheinbaum.

Cuando se genera un ambiente de caos y alguien promete la restauración del orden y la ley —sin importar el procedimiento—, como sucedió en la marcha de la supuesta “Generación Z”, se induce a las personas a convertir en “chivo expiatorio” a quienes piensan diferente.

Se trata de un modelo en el que la comunidad está siendo reemplazada por la sospecha, convertida en un lugar de supervivencia donde todos desconfían de todos. La erosión de los lazos sociales es la nueva marca de identidad de nuestras sociedades, donde se conjugan la soledad y el debilitamiento de los vínculos comunitarios. Soledad que no sólo remite a la falta de compañía, sino a la pérdida del espacio público común, a la incapacidad de actuar y hablar con otros para construir una realidad compartida.

La polarización que fractura a la sociedad y el uso de la violencia en el mercado político representan una amenaza profunda para la democracia mexicana. La urgente necesidad de seguridad y sentido de pertenencia entre la ciudadanía es aprovechada por diversos actores para impulsar sus propios proyectos de poder, lo que intensifica aún más la polarización y la violencia despojando a la población de su derecho a la protesta legítima.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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