La visita a México de Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, el pasado 3 de septiembre, representa un cambio de paradigma en las relaciones México-EU, impulsado por la política proteccionista de Donald Trump. El encuentro celebrado con la presidenta Claudia Sheinbaum estuvo marcado por una lógica de cooperación condicionada.
Los temas giraron en torno a la cooperación en seguridad, narcotráfico, migración y comercio. Apenas un día después del ataque militar estadounidense perpetrado contra una lancha procedente de Venezuela en la que perdieron la vida 11 personas, señaladas como supuestos “terroristas en acción” que transportaban narcóticos.
“Que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando traer drogas a Estados Unidos”, sentenció Donald Trump en una publicación en su red social Truth Social, en la que se observa un video con la embarcación momentos antes de explotar.
Mientras Claudia Sheinbaum enfatiza el respeto a la soberanía –cooperación sin sumisión–, rechazando operaciones unilaterales de Estados Unidos en territorio mexicano, continúa recibiendo presión de ejercer mayor acción contra los cárteles de la droga en México y evitar el paso de la migración irregular y el fentanilo por la frontera norte a cambio de la disminución de aranceles.
En conferencia de prensa conjunta con el secretario de Relaciones Exteriores de México, Juan Ramón de la Fuente, Rubio señaló que hay una estrecha relación en materia de cooperación en seguridad en buena parte al mérito de la Claudia Sheinbaum. A la par, defendió el ataque a la embarcación venezolana y advirtió que acciones similares volverán a ocurrir, “el punto es que el presidente de Estados Unidos va a librar una guerra contra las organizaciones narcoterroristas”.
Rubio reconoció la responsabilidad de EU en el flujo de armas hacia los cárteles y ofreció trabajar en colaboración con el gobierno mexicano para combatirlo. Sin embargo, la amenaza de aranceles comerciales continúa para forzar los acuerdos de seguridad.
Aunque Claudia Sheinbaum consiguió avances tácticos, la tensión entre el respeto a la soberanía del país y la dependencia comercial define la dinámica bilateral con el país del norte. La visita de Marco Rubio establece un marco de cooperación condicionada que fragiliza a México al imponer sus términos mediante la presión comercial y militar.
Rubio dejó claro que la amenaza de los aranceles con un plazo de 60 días sigue pendiente. Y, aprovechó para consolidar la narrativa estadounidense de la “guerra contra narcoterroristas”.
La presidenta de México ejecuta una estrategia pragmática para mantener el equilibrio entre la cooperación y el respeto a la soberanía. Pese a reconocer la interdependencia con Estados Unidos en materia de seguridad y comercio, insiste en que la relación debe darse en términos de respeto y corresponsabilidad, no de imposición y, mucho menos de sumisión. Su postura le permite mantener un vínculo funcional con la administración Trump, al mismo tiempo que muestra apertura al diálogo y firmeza en la defensa de la economía e integridad territorial mexicanas.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale