“Vivimos tiempos de mujeres”, versa la consigna de quienes aseguran que con la llegada de mujeres a ocupar altos puestos de decisión se modificarán las formas tradicionales de ejercicio del poder. El avance en la igualdad de derechos entre mujeres y hombres no puede regatearse. Sin embargo, el acceso de las mujeres a posiciones de importancia no garantiza que adopten un liderazgo diferente al utilizado por los hombres.

Seguramente la contienda por la Presidencia de México estará encabezada por dos mujeres. Por primera vez, en la historia de este país, quien gobierne será una mujer. Frente a este horizonte es importante identificar el tipo de liderazgo que caracteriza a las adversarias.

Xóchitl Gálvez, virtual candidata del “Frente Amplio por México” (FAM), aún no presenta su equipo de trabajo, aunque su “campaña” ya inició, sólo basta asomarse a los medios corporativos y redes sociales para corroborarlo. Desde un principio, la senadora manifestó que su posición política para contender en las elecciones presidenciales de 2024 es resultado de su esfuerzo personal.

No reconoce ser parte de ningún partido político, aun cuando representa al PRI, PAN y PRD. Y, hasta el momento, no ha convocado a quienes contendieron al interior del FAM y se “bajaron” antes de concluir el proceso en el que resultó triunfadora.

En entrevista con René Delgado en el programa “Entredichos” de Televisa, el periodista le preguntó a la senadora si ya contaba con un coordinador de campaña, a lo que respondió: “todavía no, acaban de…”, después de una pausa rectificó su frase para afirmar: “acabo de nombrar a Santiago Creel”.

Dos signos resultan relevantes del liderazgo de Xóchitl Gálvez. Declara que su éxito con la ciudadanía es producto de su trabajo y esfuerzos propios. Al mismo tiempo que su discurso expresa que “alguien” está coordinando sus decisiones, como se deja ver en la entrevista.

Por su parte, Claudia Sheinbaum, al día siguiente de darse a conocer los resultados de la encuesta de Morena presentó su equipo de trabajo, manifestando que el eje de su “coordinación de los comités de defensa de la 4T”, estarían marcados por la unidad y el movimiento.

En su primer discurso como “coordinadora”, o virtual candidata a la Presidencia de México, hizo pública su política de “puertas abiertas” a todo aquel que quisiera sumarse al movimiento, incluido Marcelo Ebrard. Mientras incorporaba a su equipo de colaboradores a quienes contendieron en la elección interna del partido guinda y sus aliados.

El liderazgo de mujeres implica decidir conciliando la mayor cantidad de puntos de vista posibles. Se trata de un liderazgo “colegiado”, en el que la toma de decisiones sólo tiene lugar a partir del consenso; del acompañamiento.

Nunca un liderazgo de mujeres se vanagloria de ser resultado de un esfuerzo individual. Suponer que una mujer alcanza “el éxito” por mérito propio, reproduce la experiencia de liderazgos masculinos tradicionales que terminan silenciando la voz de quienes le acompañaron en el logro de la meta. El liderazgo de mujeres siempre será “de ida y vuelta”, un proceso de reconocimiento mutuo entre las partes.


Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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