Ante un Zócalo capitalino pletórico, en el que coincidieron gremios corporativistas, servidores públicos y personas “de a pie”, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo presentó su informe al pueblo de México por su primer año de gobierno, y aprovechó la ocasión para reiterar su deslinde con los “pasivos incómodos” de Morena.
En su discurso resaltó: “En este México nuevo la honestidad no es la excepción, es la regla. Y, quien traiciona al pueblo, quien roba al pueblo, enfrenta a la Justicia. El poder no es para enriquecerse, es para servir con humildad, los recursos públicos son sagrados y se le devuelven al pueblo en derechos, en programas de bienestar y en obras estratégicas”.
Frente a los escándalos de ostentación de lujo y presuntos actos de corrupción de algunos miembros de la cúpula morenista, Claudia Sheinbaum desarrolla una estrategia deliberada para que la gente perciba su liderazgo de manera independiente de los problemas internos de Morena.
La mandataria es vista por la mayoría de los mexicanos como la “guardiana de los valores obradoristas”, relacionados con la austeridad, la honestidad y la devoción por el trabajo.
Viri Ríos afirma que “a Sheinbaum se le percibe como un ente independiente del partido y como su baluarte moral, como la verdadera heredera del prestigio obradorista”. En cambio, dirá la analista, Morena es considerada por “el votante como un partido político como todos, con sus impresentables, sus escándalos de corrupción y nepotismo”.
El deslinde de la mandataria con lo que sucede dentro del partido le permite potenciar su liderazgo ante la opinión pública. La más reciente encuesta de Enkoll, publicada en el periódico El País, muestra resultados inversamente proporcionales. Mientras la presidenta recibe el 79 por ciento de aprobación de los mexicanos, la formación guinda consigue el 45 por ciento.
Incluso, los votantes de oposición aprueban su gestión durante el primer año de su gobierno: simpatizantes del Partido Acción Nacional, 73 por ciento; 72 por ciento del Partido Revolucionario Institucional; y 70 por ciento de Movimiento Ciudadano.
La habilidad política de Claudia Sheinbaum para evitar que figuras controvertidas de Morena afecten su reputación ante a la opinión pública es significativa. En lugar de defender a quienes están siendo cuestionados por presuntos actos de corrupción, los invita a dar explicaciones. Así, mientras las figuras más oscuras del partido se hunden en su propio lodo, la mandataria gana espacios de poder y se consolida como la única líder del proyecto obradorista, como apunta Viri Ríos.
Un detalle quedó de manifiesto en el acto celebrado el domingo pasado: la cúpula morenista fue desplazada a un segundo plano en el informe de la presidenta.
Claudia Sheinbaum tiene más poder en este momento que al inicio de su mandato. Utiliza las herramientas del gobierno para conectarse directamente con la ciudadanía, buscando que los resultados de su gestión se conviertan en el principal impulso para conseguir el triunfo en las elecciones intermedias de 2027. Sin embargo, el éxito de su estrategia no está garantizado, el principal riesgo es que el desgaste de Morena termine por alcanzarla.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale