Mientras en América Latina los gobiernos progresistas están perdiendo elecciones, en México la llamada Cuarta Transformación (4T) permanece en el poder por segunda ocasión consecutiva. Posiblemente, la clave de este fenómeno reside en el principio político que Andrés Manuel López Obrador puso en práctica: “Por el bien de todos, primero los pobres”. En días pasados, el Banco Mundial confirmó que, entre 2018 y 2024, por primera vez en la historia de nuestro país, la proporción de clase media (39.6%) supera a la de personas en situación de pobreza (27.7%).
En los últimos 7 años, el mapa social ha experimentado una transformación profunda. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, la clase media creció considerablemente mientras que la pobreza disminuyó 13.6%, lo que significa que alrededor de 13.4 millones de personas dejaron de vivir en situación de pobreza. Estos avances están estrechamente vinculados a las políticas económicas y sociales implementadas durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la actual presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo.
México, junto a Brasil, lidera la lista de los países latinoamericanos que durante este periodo lograron incrementar el porcentaje de la población en la clase media. Es importante señalar que, según la definición del Banco Mundial, se considera clase media a quienes perciben ingresos superiores a 17 dólares diarios.
Tres factores contribuyen al logro de estos resultados: el incremento al salario mínimo, la pensión para adultos mayores y los programas de bienestar que impulsan el consumo desde la base social. Estas acciones no sólo estimulan la demanda interna, sino que también fortalecen el desarrollo empresarial del país.
Ante la supuesta “ola” de avance del conservadurismo en América Latina, conviene puntualizar que, si bien el número de países que han reemplazado a gobiernos progresistas es mayor –actualmente el 58% está encabezado por figuras de ultraderecha–, es importante analizar otros datos antes de sacar conclusiones.
En el panorama actual, el 42% de los gobiernos progresistas en la región generan el 73% del producto interno bruto (PIB), mientras que los gobiernos de ultraderecha sólo aportan el 27%. En cuanto a la población, el 74% de los latinoamericanos vive bajo gobiernos de izquierda, frente a sólo el 24% gobernado por la ultraderecha. Además, México y Brasil destacan como las dos economías más relevantes de la región y concentran el mayor porcentaje de población.
La creciente rivalidad entre China y Estados Unidos está transformando radicalmente el panorama electoral y geoeconómico en América Latina. La pugna por el control de los recursos naturales y energéticos, así como el acceso a los mercados de la región, se refleja en el resurgimiento de las fuerzas ultraderechistas que buscan desplazar a los gobiernos progresistas.
En este contexto, el aumento de la clase media y la reducción de la pobreza en ambas economías latinoamericanas cobra una importancia significativa. Lejos de ser un asunto menor, evidencia que el proyecto político impulsado por los gobiernos progresistas está generando resultados tangibles, lo que fortalece la viabilidad de su continuidad.
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale