A siete años del duro revés que significó la victoria de Andrés Manuel López Obrador y un año y medio después de la derrota de la candidata panista, Xóchitl Gálvez, frente a Claudia Sheinbaum, el Partido Acción Nacional (PAN) decidió estrenar lema, rediseñar su imagen corporativa y poner fin a su alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El relanzamiento del PAN no contempla críticas internas relacionadas con errores pasados, sus dirigentes representan más de lo mismo y la ausencia de un proyecto político continúa siendo su marca de identidad.

La retórica de tomar distancia de un partido “moribundo”, como lo es el PRI bajo el control de Alejandro “Alito” Moreno, aporta poco a la credibilidad de quienes la emplean; más bien, da la impresión de que están abandonando el barco cuando está a punto de hundirse.

La modificación del logo corporativo terminó siendo motivo de burla en las redes sociales, donde fue comparado con la imagen de un conocido jabón antibacterial. Con respecto a la adopción del lema ultraderechista “patria, familia y libertad”, es necesario detenerse en el análisis.

Los intelectuales aliados al PAN, cuya opinión puede consultarse en la revista Letras Libres, señalan que esta triada discursiva tiene potencial. Sostienen que simboliza valores capaces de integrar y contrarrestar la demagogia basada en el discurso del “pueblo pobre y bueno contra las élites ricas y malvadas”.

Afirman que para conseguir que la narrativa de la triada sea exitosa se “requiere un contenido más profundo y de voceros absolutamente convencidos, dispuestos a dar la batalla cultural”. Sin embargo, los intelectuales de la derecha en México se muestran poco optimistas, ya que no identifican al interior de las filas del PAN una Giorgia Meloni, ni una Cayetana Álvarez.

En otras palabras, estiman que la dirigencia del PAN debe abandonar la “tibieza”, al igual que lo manifestó el ultraderechista Eduardo Verástegui en 2022, quien preside la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en México, al señalar la necesidad de constituir en el país una derecha real y no la “derechita cobarde” que resultó ser el PAN.

El relanzamiento del PAN está atravesado por la ambigüedad, manda señales de acercamiento a la ultraderecha internacional, mientras busca tranquilizar a su base tradicional, dejando en el aire cualquier cambio para que todo siga igual.

Mantenerse en una postura ambigua puede resultar riesgoso para el PAN, al quedar fuera del tablero político. Todo indica que la cúpula de Acción Nacional no está comprendiendo que la ultraderecha dejó de ser la hermana gemela del conservadurismo, como señala el politólogo Benjamín Arditi. La ultraderecha desarrolló una lógica política propia: es transgresora donde el conservadurismo es institucional, instrumenta el espectáculo donde el conservadurismo es formal y paradójica al operar dentro y contra el sistema, mientras que el conservadurismo busca preservar el statu quo.

La pregunta es si el PAN está preparado para transitar a la radicalidad de la ultraderecha, considerando que México históricamente ha mostrado resistencia a los movimientos extremistas.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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