Opinión

Con el agua hasta el cuello

26/08/2014 |02:00Norberto Alvarado Alegría |
Redacción Querétaro
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Los efectos producidos en semanas pasadas por los fenómenos climatológicos, en particular por las lluvias registradas en la zona metropolitana de Querétaro, ponen en evidencia la vulnerabilidad de la población y la infraestructura urbana con la que contamos. En primer término, por la falta de planeación y las omisiones de los gobiernos anteriores, y en segundo, por el exponencial crecimiento demográfico experimentado en las últimas décadas, y que tarde o temprano tenía que mostrar la otra cara del desarrollo: la escasez de servicios e infraestructura.

Para nadie es una sorpresa que en Querétaro hoy tengamos graves problemas con la infraestructura vial, sobre todo ante la naturaleza. Por ende no es extraño que los congestionamientos viales sean cada día más cotidianos y complicados, sobre todo en las principales arterias de la ciudad, donde las horas pico y los viernes, se convierten en largos calvarios que los automovilistas y los usuarios del transporte público tienen que recorrer como parte de su escenario cotidiano, para trasladarse de un punto a otro de la mancha urbana, cada día con mayor tiempo, los que se traducen en grandes pérdidas de horas productivas y de vida para los queretanos.

Actualmente los municipios de Corregidora, El Marqués y Querétaro registran tasas de crecimiento muy por arriba de la media nacional, así lo demuestran números del INEGI del conteo poblacional del 2005 y en el censo general de población 2010, que arrojan tasas de crecimiento de: 37.28 para Corregidora, 46.04 para El Marqués, y 9.24 para Querétaro; lo cual aumenta significativamente el ritmo de crecimiento de la zona metropolitana y nos posiciona como una ciudad competitiva, pero por otro lado, también aumentan los indicadores de temas oscuros que casi nadie voltea a ver, porque en el imaginario político no son tan favorables ni permiten presumir avances positivos.

Me refiero a temas como la tasa de desempleo abierto, los índices de vulnerabilidad de la población, el déficit de vivienda y servicios públicos como la educación y la salud, pero también a la falta de equipamiento urbano, infraestructura vial y espacios públicos, que hoy presentan números rojos si los contrastamos contra el casi 1.1 millones de personas que habitan en los cuatro municipios conurbados que integran la zona metropolitana.

Desde luego que en casos como el nuestro, la acción gubernamental nunca podrá alcanzar el crecimiento poblacional ni detener en su totalidad el distanciamiento social, pero es evidente que también en nuestro caso, los gobiernos del pasado reciente y de origen panista, fueron omisos en atender puntualmente el tema del crecimiento urbano al que hoy estamos sometidos. Este escenario se vuelve aún mucho más complejo si lo trasladamos a las zonas rurales de nuestro estado, donde fenómenos climatológicos como las lluvias, tienen la capacidad de dejar incomunicadas a las poblaciones más alejadas y por tanto más vulnerables.

Si a eso le sumamos el crecimiento acelerado y muchas veces desordenado que han experimentado los centros de población inmersos en este proceso de conurbación en Querétaro, obtenemos un escenario en el que se debió haber actuado desde hace más de una década.

En este contexto, lo primero es construir los cimientos jurídicos, que permitan levantar las instituciones que diseñen y apliquen las políticas y las acciones, que hagan posible la materialización del “Derecho a la ciudad”, que hoy es verdaderamente urgente cimentar, ante el inminente escenario de convertirnos en una ciudad con grandes problemas y pobres soluciones. Esto implica, diseñar normas que impongan obligaciones a los participantes en el “juego de la ciudad”, principalmente al gobierno y a los sectores económicos involucrados, para que alentemos el crecimiento sustentable, a través de proyectos que permitan “hacer ciudad” bajo un enfoque de desarrollo social, que involucre temas fundamentales como la cultura de la protección civil, que tanta falta nos hace.

En esta materia no podemos ser omisos, no solamente pondríamos el riesgo el patrimonio de la población más afectada, sino la vida y la integridad de las personas que habitan en las zonas más vulnerables de la ciudad, por ello no podemos permitir que el agua nos llegue hasta el cuello.

Abogado litigante, consultor jurídico de empresas