Reza una frase: “El mundo se hace más pequeño a medida que China crece”, y vaya que tiene mucha razón. Hoy China está en todas partes; la frase “made in China” es tan universal que la vemos en artefactos eléctricos, en ropa, en juguetes, refacciones, zapatos y en todo lo que pueda utilizar el ser humano; incluso, hasta en la vida espiritual como pueden ser las imágenes religiosas de la virgen de Guadalupe o Juan Diego.
El domingo pasado el periódico El País, de España, publicó que América Latina estaba dejando de ser el patio trasero de Estados Unidos para convertirse en un gran aliado económico de China. Es cierto que el paulatino empuje del gigante asiático en la región puede amenazar la relación de privilegio que todavía mantiene Estados Unidos con sus vecinos del sur, que, de momento, sólo parece preocupado porque esa expansión comercial no rebase las fronteras políticas.
Se estima que para 2015 China sustituirá a la Unión Europea como segundo principal inversor en América Latina, ellopor detrás de EU. La fortaleza económica de China ha tenido un profundo impacto en los países de la región. Ese país asiático es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y el segundo destino de las exportaciones de Argentina, Costa Rica y Cuba.
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, ha manifestado que las inversiones de ese país asiático en la región han avanzado de una forma muy importante en distintos rubros que van más allá de los sectores económicos acostumbrados. Lo controvertido del asunto es que mientras las inversiones norteamericanas son vistas como una intromisión del imperialismo norteamericano, las chinas no tienen esa categoría, pues la población las ve como positivas para el desarrollo económico de la región.
El investigador Liu Kang manifestó que el expansionismo chino se basa en la diplomacia pragmática que ha optado por desarrollar en la región. “La inversión de China en América Latina no está basada en la ideología; esta política de no intervención se ha demostrado mucho más eficaz que la desarrollada en Oriente Medio o en África, que ha suscitado mucha más controversia”, dijo el profesor de la Universidad de Duke.
Algunos analistas consideran que la diplomacia neutral evita el cuestionamiento del origen del capital. Igual se invierte en regímenes de tendencia de izquierda que en sistemas neoliberales.
Algunos países como Brasil y México no ven con buenos ojos los acuerdos de libre comercio con China, en parte porque fabrican productos similares, y en una competencia abierta ganarían los productos chinos por resultar más baratos. Lo anterior se ha puesto de manifiesto en el mercado norteamericano, donde los productos mexicanos están siendo desplazados por los chinos, lo que augura que en los próximos cinco años los orientales ganarán la competencia.
El asunto que causa mayor preocupación es que el crecimiento de las economías de América Latina cada vez se hacen más dependientes del crecimiento de la economía china. Por cada 1% que crece el PIB en el país asiático, crece 0.4% el de la región; por cada 10% que crece China, aumentan las exportaciones de América Latina a ese país en 25%. La presencia del gigante asiático en el hemisferio sur americano ha servido para garantizar la estabilidad económica de la región.
Para los Estados Unidos, América Latina resulta una gran preocupación —no están dispuestos a olvidar el destino manifiesto: “América para los americanos”—, de ahí que encuentra justificación la visita del presidente Barack Obama a México. Hay que ‘apapachar’ el patío trasero, no vaya ser que dejemos de hablar inglés y empecemos todos a hablar mandarín.
Investigador del Centro de Estudios Económicos Financieros de la UAQ