La votación del domingo 1 de junio de 2025 en México, correspondiente al proceso de elección extraordinaria del Poder Judicial, fue un hecho insólito en el país, más allá de filias y fobias hacia el gobierno federal o la llamada “Cuarta Transformación”.
Por primera vez en la historia de México, la ciudadanía pudo ejercer el sufragio para votar quiénes integrarán la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), salas superior y regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), magistraturas de circuito y juzgados de distrito (a nivel local).
Con un añadido: la reforma plantea la conformación del Tribunal de Disciplina Judicial.
Antes de críticas necesarias, válidas y argumentadas, es importante recordar cómo fue posible esto. Tiene base en una reforma que siguió el proceso legislativo, y que gracias a un polémico voto del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, la coalición gobernante obtuvo la cantidad de votos que marcaba la ley para sacar adelante la reforma en 2024.
También es oportuno recordar que la votación del domingo 1 de junio de 2025 es la primera, porque en 2027 habrá una “segunda parte” de la Reforma al Poder Judicial.
¿Es una ocurrencia de las bancadas de Morena en el Congreso?
Más importante que responder sí o no a la pregunta, el proceso electoral extraordinario tuvo bases jurídicas, pese a declaraciones, caprichos y “pataleo” de distintos actores; antes del inicio de periodo de campañas (en 2025) evidenció las limitaciones o falta de comprensión de jueces o juezas que quisieron interponer amparos o impugnaciones contra el proceso… cuando no tenían base legal para hacerlo.
¿La Reforma es la panacea contra excesos y arbitrariedades del Poder Judicial? ¿O para contrarrestar la falta de justicia en México, pendiente histórico? Considero que no, por la redacción o resultado del proceso.
La coalición gobernante ha tenido fallas, errores y omisiones. Una de ellas fue que no supo planear y realizar una campaña de alfabetización para convencer a la mayoría de la población, de la importancia de “renovar”, “sanear” o “transformar” el Poder Judicial, históricamente más ligado a las élites y grupos de poder en México.
Las cifras de votación reflejan que falta de entusiasmo y decisión en las mayorías. Aun con “acordeones”, presiones y advertencias hacia trabajadores o personas beneficiarias de programas sociales, solamente el 13% de la población en lista nominal (12 millones 965 mil 576 personas, de un total de 99.594 millones) votó el domingo, de acuerdo con los cómputos del Instituto Nacional Electoral (INE).
Hay que dimensionar esta cifra: sin demeritar la convicción que tuvieron miles de personas para ir a votar el domingo 1 de junio, la cifra es una derrota para la “4T”.
También es importante señalar que las cifras y la votación del domingo 1 de junio no son comparables al proceso 2023-2024 que involucró a partidos políticos y coaliciones. Mucho menos a votaciones de programas de televisión tipo reality show con alcance nacional, como se ha querido relacionar en redes sociodigitales.
Es preciso dimensionar la votación histórica, no por cantidad de votos sino por ser la primera ocasión, para un Poder del Estado (Ejecutivo y Legislativo, los otros). También considero relevante señalar que hubo votos nulos, en blanco o con mensaje, de entre las personas que acudieron a votar (esto da para otro artículo).
Al revisar las cifras por entidad federativa, la ciudadanía del distrito 4 de Querétaro, con sede en la capital, fue la que tuvo más participación en comparación a los otros cinco distritos: el porcentaje de votación fue de 12.31% en lo correspondiente a candidatas y candidatos para la Suprema Corte de Justicia.
El distrito 6 fue el de menos votación para esa misma boleta, de las seis que se proporcionaron en casillas del domingo, con 9.45% de votación.
Periodista y profesor de la UAQ