La población del estado de Sinaloa, ubicado en el noroeste del país, lleva 6 días de padecer una combinación de violencia producto de enfrentamiento entre grupos del crimen organizado, miedo de salir de casa, ausencia de autoridad en los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), impotencia e indignación por el olvido gubernamental.
El municipio de Culiacán Rosales, capital, ha sido escenario de balaceras, persecuciones, robos de vehículos, asesinatos de civiles en estacionamientos de centros comerciales, desapariciones de personas, ‘levantamiento’ de policías, así como zozobra por los pleitos y pugnas de grupos que defienden o siguen a liderazgos del narcotráfico.
De acuerdo con el periodista Marcos Vizcarra, radicado en Sinaloa y que realiza Periodismo de Investigación, en cinco días llevaban registro de 20 asesinatos y 28 desapariciones forzadas.
Minimizar la violencia e inseguridad que padece la población de esta región de México ha sido la constante en los discursos tanto del Presidente López Obrador como del gobernador Rubén Rocha Moya, quien canceló los festejos en vía pública para la noche de hoy domingo 15.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) puntualizan que Sinaloa tiene una población de 3 millones 26 mil 943 habitantes, 2.4% del total del país, 76% vive en zona urbana y 24% en ambiente rural.
El comercio es la principal actividad económica que aporta al Producto Interno Bruto (PIB) del estado, a lo largo y ancho de sus 20 municipios.
Las escenas en videos y el registro que han hecho periodistas durante la última semana, sobre todo en Culiacán, comunidades en las cercanías y tanto la carretera como la autopista hacia Mazatlán, muestran la gravedad de la problemática, además que evidencian el olvido, la incompetencia o la inacción de las autoridades.
En vez de “giras de despedida” con la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, en otros puntos del país, o fotos de elementos de las Fuerzas Armadas a miles de kilómetros de Sinaloa, el Presidente López Obrador y el gabinete de seguridad deberían planear una estrategia y poner como prioridad, recuperar la paz en Sinaloa.
La superficie de Sinaloa es parte de lo que el periodista Ricardo Raphael llamó “El otro México”, una serie de crónicas, descripciones detalladas y textos periodísticos de viajes por el noroeste del país, sobre todo por vía terrestre, compilados en un libro, con dos capítulos —poco más de 50 páginas— dedicados a Culiacán y Mazatlán, principales referentes urbanos de Sinaloa.
Con los títulos de “Economía épica de los sentimientos” y “Un puerto siempre alborotado”, respectivamente, Culiacán y Mazatlán son descritos por el periodista bajo una mezcla de contexto histórico, descripción geográfica y relatos urbanos que se disfrutan en la obra publicada en 2011.
La ciudad que vive el asedio y los enfrentamientos entre sicarios y hombres que defienden ya sea a Ismael “el Mayo” Zambada o a “los Chapitos”, constituye “la región más próspera, más industrializada, más productiva y la que cuenta con mayor infraestructura”, señala Raphael. Sin embargo, desde entonces la violencia se apoderó de la ciudad y el ambiente.
“En Culiacán la memoria ya no puede ser selectiva. Durante los últimos años de la década –primera del siglo XX—, los recuerdos comunes parecieran todos apilados en el baldío de la violencia. Los meses de 2008 fueron los peores. Como resultado de la guerra entre las mafias cada ocho horas murió una persona. El procurador general de la República afirmó que tanta mortandad estaba directamente relacionada con que el gobierno federal iba ganando la guerra frente al crimen organizado. Una mentira estúpida (…)”.
Dieciséis años después, la mentira y la violencia se repiten.
La población grita y exclama apoyo. S.O.S.inaloa.
Periodista y profesor de la UAQ