La confrontación y la serie de acusaciones recientes entre el Presidente López Obrador y un sector de la prensa debieran leerse o situarse como una batalla de narrativas, en el marco de un proceso electoral en curso donde actores políticos incluso externos al país buscan incidir.
Si se permite la analogía, también es como el cierre de un juego de béisbol donde el pitcher abridor de un equipo con ventaja en el score, en este caso el Presidente, empieza a tener “lanzamientos descontrolados” a la zona de strike en la séptima u octava entradas.
Es un juego donde la ofensiva del equipo rival empieza a usar todo tipo de jugadas o indicaciones desde el dogout, algunas no necesariamente éticas o bajo las reglas del “fair play”, sino que en su desesperación por no perder, muestra que están dispuesta a cualquier cosa, con ayuda de todo tipo de actores, exjugadores o entrenadores.
Un ejemplo de ello: frases de periodistas que so pretexto de justificar o instalar una narrativa dicen cosas como “la verdad es irrelevante”.
Volvamos el foco de atención al “pitcher abridor”. El más reciente y grave de sus “lanzamientos descontrolados” ocurrió la mañana del viernes 23 de febrero, durante la conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional.
La periodista Jessica Zermeño le preguntó sobre su decisión de decir públicamente el teléfono de una periodista del medio The New York Times (NYT).
En sus respuestas, el Presidente volvió a evidenciar que no respeta leyes que le incomodan para instalar su “autoridad moral” y narrativa.
El discurso ante las preguntas de la periodista es de gravedad y preocupación, en un país que busca la democracia. Para los “adversarios” políticos del Presidente y el Frente Amplio por México, es material valioso para spots, narrativa, estrategia y elementos en su intención de convencer al sector de votantes indecisos (as) en la elección presidencial.
Faltó, una vez más, que el cátcher (Jesús Ramírez Cuevas y el área de comunicación de Presidencia) prepararan al Presidente, lo serenaran y tranquilizaran. El exabrupto, que para algunos “lo pinta de cuerpo entero”, contrasta con la mayor parte del sexenio entre 2019 y 2023, donde el descontrol fue en la novena rival.
Volvamos al contexto político y social del país. Importante: la candidata de Morena, PT y PVEM a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, debería deslindarse o marcar distancia de las declaraciones del Presidente.
Buscan posicionar hashtags y narrativas en imaginario social.- Los intentos de posicionar en el imaginario de las mayorías, fuera de la plataforma digital “X”, los hashtags NarcoPresidenteAMLO –con distintos números al final-, NarcoGobierno y NarcoCandidataClaudia, han dejado ver que se suman “al tren” personajes sin credibilidad, exfuncionarios con pasado polémico en el respeto a Derechos Humanos.
Tuitear “no es a fuerzas”. Algunos personajes y tuits restan, en vez de sumar.
En lo que respecta a la práctica del Periodismo, la serie de contenidos publicados por “Propublica” y NYT recurre a fuentes y datos no lo suficientemente sólidos ni contundentes, para lo que se busca demostrar. Sobre todo, si se trata de “reportajes”.
Algunos personajes han perdido nociones mínimas de raciocinio desde 2019 en sus cruzadas antiPresidente. Minimizan el contexto, las intenciones del emisor y mensaje, o el trasfondo económico-político para entender por qué ahora de las publicaciones.
Hay que recordar los lugares específicos que visitó Xóchitl Gálvez en su gira por Estados Unidos, los medios y comunicadores que posicionan esta narrativa, al final buscan que la ganadora de esta serie de acusaciones o lucha sea Xóchitl. En lenguaje de béisbol: buscan que la bateadora emergente enfrente a un pitcher debilitado, descontrolado, para conectar home run en el cierre de la novena entrada.
Periodista y profesor de la UAQ