Este 1 de mayo se cumple un siglo y 36 años de la Declaración Internacional del Día de las Trabajadoras y Trabajadores del mundo. En aquel 1 de mayo de 1886 más de 5 mil fábricas en Estados Unidos detuvieron sus operaciones; más de 340 mil obreros ocuparon los espacios públicos para reunirse y manifestar su inaplazable exigencia para limitar la jornada laboral a 8 horas; este movimiento generalizado constituyó un hito internacional para el sindicalismo.

Fueron particularmente relevantes los hechos violentos de la plaza Haymarket tres días después, protagonizados por trabajadores de la Fábrica McCormick, en Chicago: ocho líderes obreros resultaron arrestados, cinco de ellos fueron condenados a la pena capital y tres sentenciados a prisión hasta 1893, cuando se demostró la injusticia de la sentencia. Hoy la historia los recuerda como los Mártires de Chicago.

Un siglo y un tercio después, la heterogeneidad del trabajo en América Latina persiste; y, con ello, la desigualdad y la precariedad. Hay una diversidad de formas de trabajo a lo largo de la historia: desde los jornaleros agrícolas, el trabajo migrante, el infantil, el no remunerado, el trabajo y el trabajo de cuidados; todas éstas comparten una época y una región con las nuevas formas de trabajo en la era de la economía digital y de la Inteligencia Artificial.

Lo nuevo y lo antiguo coexisten de manera compleja en un campo de tensiones y luchas por los derechos laborales. En su artículo “No toda la inteligencia es artificial: viejas y nuevas formas de precarización en la economía digital”, el académico Alfredo Hualde escribe atinadamente que “Un fantasma recorre el mundo: la Inteligencia Artificial”. Y este nuevo fantasma que comienza a recorrer el mundo, lo hará a ritmos distintos, según el sector, el país y los sectores prioritarios. Hualde advierte que el mayor riesgo de automatización se ubica en el sector comercial, en la industria de manufactura y en la construcción; mientras que entre los de menor riesgo se sitúan el sector educativo, el artístico, el jurídico y el de los servicios de salud e ingeniería.

Obreros, comerciantes, jornaleros agrícolas, empleados de mostrador, trabajadores de call center, emprendedores y profesionistas son ejemplo de la heterogeneidad de las formas que toma el trabajo actualmente: sea este asalariado, informal, formal, de medio tiempo, a destajo, por jornada, por servicio o proyecto.

Es importante tener una mirada que integre este caleidoscopio de condiciones de trabajo y de vida que cuestiona cualquier aspiración de alcanzar la inclusión laboral plena o el trabajo decente. La persistencia de los trabajos manuales o, bien, en el que los trabajadores poco calificados siguen siendo necesarios para el sistema de producción capitalista -junto a la aparición de formas de empleo vinculadas a las plataformas digitales y al uso de IA en la fuerza laboral moderna- ejemplifican que la complejidad del mercado laboral se agudiza y extiende la lista de demandas en materia de derechos laborales.

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