Azucena Uresti

Pobres diputados tan cínicos

No se les paga para ir y venir cada semana a sus estados a hacer campaña

Diputados y diputadas: su desvergüenza y falta de compromiso con los ciudadanos nos cuesta a los mexicanos 3 mil 300 pesos diarios por cabeza; es decir, 99 mil 500 pesos al mes y, por los 500 legisladores que integran la Cámara, nada menos que 600 millones de pesos al año. Porque, por supuesto, tienen todas las prestaciones de ley: seguro social, ahorro solidario, 40 días de aguinaldo… y todavía tienen la osadía de proponer un aumento para 2026.

Fue un morenista, Cuauhtémoc Blanco, quien, en su desfachatez, consideró correcto conectarse de manera remota a una reunión —desde su privilegio— jugando pádel. Por increíble que parezca, hay que “agradecerle” que evidenció lo que muchos intuíamos: la mayoría de los integrantes del Congreso hace su trabajo vía remota. ¿No se enteraron de que la emergencia por Covid-19 se declaró terminada hace dos años? Abusivos.

En el colmo de la holgazanería, diputados y diputadas solo tendrían que asistir dos días a las instalaciones del Pleno. ¡Y ni eso! En el colmo del descaro, se dedican cinco de siete días a ir a sus estados a tener “contacto con sus ciudadanos”, cuando para ello tienen dos enormes periodos de receso —de diciembre a febrero y de mayo a agosto—. ¿No es suficiente? No trabajan para lo que se les eligió —al menos 300 de ustedes— ni siquiera 40 horas a la semana, como la ley que con tanta pasión quieren aprobar… o al menos eso aparentan.

Y, por cierto, en el Senado no se quedan atrás. Por ejemplo, mientras se votaba la Ley de Ingresos, Gerardo Fernández Noroña pidió licencia y se fue a Palestina en un viaje financiado por Emiratos Árabes Unidos, antes que servir a su país.

Entérense: la enorme mayoría de los mexicanos trabaja jornadas extenuantes, percibe un sueldo extremadamente inferior al de ustedes, dilapida horas (más de 400 al año) en el transporte público o en el tráfico y ahora, gracias a su insaciable apetito, pagará más impuestos; por los refrescos, videojuegos, sueros y hasta museos —vaya forma de promover la cultura—.

Y más ofenden con sus explicaciones totalmente fuera de la realidad. Solo por citar el ejemplo de Cuauhtémoc Blanco, quien se atrevió a decir: “A mí me encanta el pádel. Gracias a Dios soy deportista. No nada más juego pádel, juego básquetbol. Me hice unos estudios hace poquito… porque necesito hacer ejercicio, porque después de nueve años que estuve en la presidencia municipal y luego fui exgobernador (sic) de un estado… mi corazón necesita hacer otra vez ejercicio”. ¿Y eso qué tiene que ver con sus obligaciones?

“Yo terminé de jugar a las 8:00 de la mañana. La reunión (de la comisión) era a las 10:00 de la mañana y tenías que poner asistencia. Eso no te lo impide, jugar… no había señal porque estaba hasta el Desierto de los Leones… Si me quieren multar, pues que me multen.”

Así suena la voz del descaro de quien, por cierto, aún tiene una demanda por intento de violación contra su media hermana.

Basta ya del abuso. Ustedes, diputadas y diputados, tienen la obligación de cumplir su jornada laboral como cualquiera; tienen la obligación de estudiar y de informar a sus representados acerca de lo que sucede en las cámaras. No se les paga para ir y venir cada semana a sus estados a hacer campaña. No se les paga para levantar la mano sin saber, en muchas ocasiones, ni siquiera qué están votando. Dignifiquen su trabajo como representantes del pueblo y dejen de burlarse de él. Dejen de burlarse de nosotros.

Te recomendamos