En 1980, Ronald Reagan, ex gobernador de California, era electo presidente de Estados Unidos, Blondie encabezaba la lista de éxitos musicales, la secuela de "La Guerra de las Galaxias" retacaba los cines y Kamala Harris era una joven de 16 años terminando el bachillerato. Casi cuatro décadas después, Harris es una de las contendientes más fuertes para la nominación presidencial demócrata en 2020 y la primer aspirante seria del estado a la presidencia desde que Reagan ocupó la Oficina Oval.
Las diferencias entre ambos no podrían ser más palmarias. Reagan era un trasplante del medio oeste a California, un republicano ungido por el establecimiento conservador del sur de California. Harris —ex procuradora estatal de California y senadora en su primer período— es nativa de California, hija de inmigrantes (padre jamaicano y madre india) y una demócrata formada en las políticas progresistas del área de San Francisco.
La California que condujo a Reagan a la Casa Blanca era predominantemente blanca y de tendencia republicana, un semillero del fervor anti-impuestos. Su clase media prosperaba gracias a los sólidos pilares de la economía californiana. Pero a principios de la década de 1990, con el fin de la Guerra Fría, muchos residentes blancos huyeron a estados con menos impuestos o a estados más conservadores, como Idaho y Texas. Fueron reemplazados en parte por inmigrantes como los padres de Harris, atraídos a California por su excelente sistema universitario, y por inmigrantes en la agricultura y el sector servicios. Hoy el estado que sirve como trampolín nacional de Harris es sólidamente demócrata, multirracial, líder en la innovación de alta tecnología y energía limpia, votando ya dos veces en los últimos años a favor de más impuestos. California es hoy un reflejo de cómo se verá sociodemográfica —y políticamente— EU en 20 años.
La carrera por la nominación demócrata apenas comienza. Harris tendrá que desempeñarse bien en las primarias de Iowa, New Hampshire, Nevada y, especialmente, en Carolina del Sur, donde cuenta con un fuerte apoyo del importante electorado afroamericano. Aún así, al menos en papel, el perfil de Harris, una mujer birracial de un estado que es el corazón de la resistencia anti-Trump, la coloca hoy en las primeras posiciones del pelotón para liderar al Partido Demócrata. Pero no será suficiente, si se da una gran reacción en contra de este tipo de coalición demócrata-progresista-identitaria, Harris, quien encarna el futuro del país, no solo no será candidata; Trump habrá obtenido un segundo mandato.
Consultor internacional