En las últimas semanas abundan las noticias sobre la crisis humanitaria que se está suscitando en la frontera sur de Estados Unidos. La preocupación por parte de organismos internacionales se ha estado externando desde hace meses.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han emitido comunicados donde revelan la situación de las niñas y niños migrantes no acompañados que están llegando a los estados sureños de nuestro vecino del norte, en condiciones de emergencia humanitaria.

Los números de niños y niñas difieren bastante entre los informes emitidos por los distintos organismos y los gobiernos de los países involucrados; pero en lo que sí coinciden es que las cifras de “desplazados” han llegado a récords nunca antes vistos. El ACNUR presentó un informe que da cuenta de las causas de estas altas migraciones: la violencia por parte del crimen organizado, las pandillas, el narcotráfico y la violencia familiar.

La cantidad de menores de edad “ilegales” ha puesto en jaque al gobierno de Obama, quien hoy trae a cuestas una fallida reforma migratoria ante la minoría demócrata en el Congreso. Un no menos grave procedimiento de deportación estadounidense el cual está más que rebasado debido al creciente número de niños y niñas solos en estancias migratorias. Informes de ACNUR reportan abusos físicos y sexuales perpetrados a l@s niñ@s migrantes; condiciones insalubres en celdas, hacinamiento, falta de alimentos y agua indispensable; así como innumerable cantidad de denuncias contra el Departamento de Seguridad Nacional de EU. Sin contar con la homofobia de grupos estadounidenses contra indocumentados a quienes hace días no les dejarlos llegar a la estación migratoria, bajo la leyenda: “mejor depórtenlos”.

Mientras tanto México, como país de tránsito, ha manifestado a través de la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Vanessa Rubio, que se está cumpliendo con el cometido legal y humano: remiten a los menores indocumentados a albergues del DIF; sin embargo, debe considerarse qué pasa con aquellos infantes que no son asegurados por el Instituto Nacional de Migración, pues si bien quieren llegar a EU, muchos se quedarán en nuestro territorio.

Las exigencias de los grupos defensores de los derechos humanos reclaman que Estados Unidos garantice procedimientos que permitan identificar a l@s niñ@s, quienes requieren indubitablemente protección consultar, y ésta se active.

Sin dejar de mencionar que los países de origen, tránsito y destino final, generen condiciones jurídicas con enfoque en derechos humanos y en todo tiempo preserven el interés superior del menor. Otro punto que acentúan es prevenir las causas que generen la migración forzada… como si esto no fuera obvio decirlo. Declaran nuevamente que las detenciones a menores en situación migratoria irregular representan una violación a los derechos del niño.

Qué bueno el énfasis en la emergencia, sin duda logrará generar mejores condiciones para estos menores de por sí victimizados. El camino es largo en este tema, baste voltear a ver cómo se deben resolver las causas que prácticamente vomitan de sus familias y países a los más vulnerables de una sociedad: sus niños.

Con estas noticias tan sensibles creo que debemos preguntarnos ¿qué estamos haciendo? ¿Qué pasa con nuestra “civilización” que daña tan grave a nuestros niños?

Director General ArtMol Consultores y Servicios

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