Araceli Ardón

Tu memoria

La escritura de la autobiografía es uno de los ejercicios más cercanos al yo, al recordar las vivencias más íntimas de un ser humano.

En los talleres de escritura del yo, una de las frases más escuchadas es: “Tengo una pésima memoria”. Como una paradoja, quienes han vivido con intensidad y lucidez, han alcanzado metas y formado una familia desean escribir lo que han logrado pero se enfrentan a un obstáculo casi insalvable: no recuerdan detalles de etapas importantes y sufren una frustración que les provoca tristeza, por decir lo menos.

Escribir sobre los momentos más importantes de su vida permite a quien escribe recordar los pasajes más significativos, al mismo tiempo que le ofrece una gran riqueza de experiencias, porque regresa en el tiempo a recuperar los momentos en que fue construyendo su presente.

La escritura de la autobiografía es uno de los ejercicios más cercanos al yo, al recordar las vivencias más íntimas de un ser humano.

La memoria es una función cerebral que registra, almacena y recupera información. Esta función nos permite recordar los pasos de un proceso para realizar nuestro trabajo. El recuerdo de experiencias evita repetir errores.

La memoria es muy valiosa al desarrollar habilidades y destrezas; vincula los datos relativos a las personas que conocemos: su rostro, nombre, historia familiar, relación con otros, incluso abre una sección de información muy útil: nos recuerda cuáles son los temas que no debemos tocar en la conversación (pérdidas materiales, fracasos en negocios, muertes de seres queridos, enfermedades) porque hablar de estos asuntos dañaría la amistad.

El cerebro construye recuerdos que almacena en el hipocampo y otras áreas, a través de patrones neuronales. Los engramas son las huellas físicas que deja una experiencia en el cerebro, mediante el almacenamiento de información que puede reactivarse ante un estímulo. Por ejemplo, el aroma de un perfume, un platillo o un espacio físico como el mar o el interior de una nave industrial, nos puede provocar un recuerdo que nos lleve a revivir las emociones de la experiencia en que estuvimos expuestos a ese olor.

En reuniones de antiguos compañeros de clase, cuando uno de ellos recuerda una experiencia vivida por todos décadas atrás, con frecuencia los demás se quejan de tener mala memoria y señalan al memorioso como un ser excepcional. Sin embargo, la memoria, como muchas funciones de la mente, se puede fortalecer y mejorar mediante hábitos en que se ejercite la mente. Por ejemplo: leer cada día libros que atrapen nuestra atención, que tengan un vocabulario preciso y una estructura inteligente. Hacer crucigramas y armar rompecabezas; aprender un idioma, hacer listas de pendientes y seguirlas a lo largo del día. Organizar la rutina es prioritario, así como guardar objetos y prendas de ropa en el mismo sitio y gestionar el estrés, para liberar la mente de pequeñas frustraciones.

Además de cuidar la salud, hay que tener una vida social activa. Los amigos cercanos, con los cuales tenemos conversaciones profundas, son aliados de la buena memoria. Si son personas sanas, de pensamiento positivo y actitud alegre, mucho mejor. Todas estas prácticas estimulan la plasticidad cerebral.

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