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Dos razones poderosas tenemos los mexicanos para sentir orgullo. Uno: el Premio Princesa de Asturias de las Artes para Graciela Iturbide, nacida en la Ciudad de México el 16 de mayo de 1942. La fotografía realizada por esta extraordinaria artista se ha distinguido por una mirada antropológica de reconocimiento a las comunidades indígenas, así como a las plantas y a las aves.
Otro de los galardones más importantes otorgados por la Fundación Princesa de Asturias, el Premio de la Concordia, será entregado al Museo Nacional de Antropología.
Dos reconocimientos de valor mundial, a una artista y a una institución de inmenso prestigio. Me siento honrada, pues soy habitante de este país que ha sabido enfrentar retos de todo tipo.
Graciela Iturbide estudió en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, institución que obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2009. La joven deseaba convertirse en directora de cine, pero asistió a las clases del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo y cambió de parecer. Fue asistente de su maestro entre 1970 y 1971.
En el acta firmada por los miembros de la Fundación Princesa de Asturias, se asienta: “Dueña de una mirada innovadora, la lente de Iturbide ha retratado la realidad social no solo de México sino de muchos lugares a los que ha sido invitada para trabajar. Su obra presenta un aspecto documental que muestra, según los expertos, «un mundo hipnótico que parece situarse en el umbral entre la realidad más cruda y la gracia de una magia espontánea».”
Hubo un total de 49 candidaturas de 19 nacionalidades.
El acervo del Museo Nacional de Antropología, ubicado en el Parque de Chapultepec, tiene larga historia: En 1822, Lucas Alamán solicitó al emperador Agustín de Iturbide establecer un Conservatorio de Antigüedades y un Gabinete de Historia Natural dentro del recinto de la Real y Pontificia Universidad de México. Para 1825, ambas colecciones se convirtieron en el Museo Nacional Mexicano, el primer museo del país, establecido para “reunir y conservar cuanto pudiera dar el más exacto conocimiento del país, de sus orígenes y de los progresos de la ciencia y de las artes”. El Museo Nacional de Antropología se creó en 1940.
En 1960, el gobierno federal aprobó la construcción de un nuevo recinto, obra que le fue encomendada al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Cuentan que el presidente Adolfo López Mateos le pidió: “Quiero que cada mexicano que recorra las salas de este museo se conmueva de tal forma, que llegue a las lágrimas, lleno de amor por la patria”. He cumplido con mi parte.
El MNA forma parte de la red del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Tiene un patronato que auspicia proyectos de restauración y conservación, gestionando fondos de donantes privados, como empresas nacionales e internacionales, además de eventos especiales y la Tienda MNA. El año pasado recibió a más de tres millones de visitantes.
El jurado estuvo presidido por Adrián Barbón Rodríguez, presidente del Principado de Asturias, e integrado por un grupo de miembros, reconocidos por sus trayectorias.
Cada Premio Princesa de Asturias está dotado con una escultura de Joan Miró —símbolo representativo del galardón—, un diploma acreditativo, una insignia y la cantidad en metálico de cincuenta mil euros.