Araceli Ardón

Piedra

Una piedra puede cambiar la historia.

16/05/2017 |07:56Araceli Ardón |
Redacción Querétaro
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Va el niño pequeño caminando por la playa. De repente, un guijarro le llama la atención y él se agacha para recogerlo. Lo coloca en la palma de su mano, convertido por minutos en mostrador de joyería: la piedrita es brillante como las estrellas que su abuelo señala por las noches. Ha sido pulida por las olas del mar. Podría narrar una historia de milenios. El niño lo intuye: al jugar con ella la mira y la admira. La piedra será su primer tesoro.
Nuestro planeta está cubierto de piedras. Rocas enormes sobresalen en algunas coordenadas y la gente las busca, las contempla por largo tiempo, les adjudica virtudes y propiedades: la Peña de Bernal, en Querétaro, provoca una especial fascinación que atrae cada año, como un imán, a cientos de miles de fieles que buscan renovar su energía. La longevidad de los habitantes del pueblo se atribuye a la presencia de este monolito formado hace 8.7 millones de años. Muchos aseguran haber visto objetos voladores no identificados en el cielo cercano al domo volcánico. Según la revista especializada Geosphere, en un artículo publicado el 4 de abril de 2013, Bernal tiene la formación pétrea más alta del mundo, con 433 metros, lo que le permite sobrepasar al Pan de Dulce de Brasil y al Peñón de Gibraltar. Esos datos hacen que los queretanos se llenen de orgullo.

Una piedra puede cambiar la historia. En el Antiguo Testamento, Samuel 17:49, aparece un gigante llamado Goliat, que se burla de los israelitas y les busca pleito. David, en cambio, es un niño que desea formar parte del ejército de Saúl: “David metió la mano en su bolsa y tomó de ahí una piedra y la tiró con la honda, de modo que le dio al filisteo en la frente, y la piedra se le hundió en la frente, y él fue cayendo sobre su rostro a tierra”. Cuentan los relatos bíblicos que David se convirtió en un rey poderoso; de él desciende Jesucristo. Por esas cosas raras de la vida, el folklore lo trae a cuento en las fiestas de cumpleaños y lo hace cantar “Las mañanitas”, composición surrealista si las hay.
En otras partes del mundo hay piedras mágicas, como la shalágram shilá, negra y esférica, que procede del río sagrado de Nepal. Estas piedras no se compran ni se venden: son hereditarias. El que las adora no puede tocarlas sin haberse bañado antes. No se pueden colocar sobre el piso. Una de ellas es capaz de liberar al que la toca de los pecados cometidos por millones de nacimientos, según las escrituras sagradas hindúes.  
La piedra de Scone, procedente de un monasterio cercano a Perth, servía como trono desde la Edad Media para que los monarcas fueran coronados. Por ello se llamaba Piedra de la Coronación. Algunas leyendas rastrean su origen en el Génesis, donde la consideran la piedra de Jacob. Los reyes de Irlanda, Escocia e Inglaterra la han disputado durante siglos. Finalmente, terminó bajo el Trono de Coronación de Inglaterra. En la navidad de 1950, cuatro estudiantes escoceses la robaron de la Abadía de Westminster y la regresaron a Edimburgo. En el camino, la piedra cayó de sus manos y se partió en dos. Por fin la policía inglesa recobró las partes y las unió de nuevo. La actual reina, Elizabeth II, pudo recibir la corona con la piedra bajo su asiento. Hoy en día, se resguarda en la Sala de la Corona en el castillo de Edimburgo, pero se devolverá a Inglaterra por unos días, para la ceremonia de investidura del próximo monarca.
La Piedra Negra del Islam es la piedra angular oriental de la Kabah, en el centro de Mecca. Los musulmanes creen que una piedra blanca cayó en el Paraíso de Adán y Eva, pero se volvió negra al absorber los pecados de los hombres. Se cree que Abraham la recibió del Ángel Gabriel cuando se encontraba construyendo la Kabah.
Está claro que los seres humanos queremos adjudicar poderes mágicos a lo que nos rodea. Una piedra es el mejor material de construcción y las antiguas ciudades tienen calles empedradas y muros de mampostería. Está la proverbial piedra desechada por los constructores, que se convirtió en la piedra angular. Pero ninguna de ellas tiene poderes sobrenaturales.
Jesucristo defendió a la mujer adúltera, a punto de ser lapidada, preguntando a los agresores quién se sentía libre de culpa para que lanzara la primera. Esa piedra, la que quedó en la tierra sin ser utilizada, es mi piedra favorita. Quiero pensar que un tiempo después otra persona, sin conocer su antecedente, la levantó para construir su hogar.

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