En 1964, en medio del milagro mexicano, cuando la economía del país crecía a un ritmo de 6.6% anual, Pedro Ramírez Vázquez tenía 45 años y estaba en la cima de su carrera. Desde 1958, había construido escuelas y casas rurales en diecisiete países de América Latina. Su sistema de construcción fue adoptado por UNICEF para replicarlo en todo el mundo.

El 17 de septiembre de 1964, abrió sus puertas el Museo Nacional de Antropología, una de las obras emblemáticas del arquitecto Ramírez Vázquez. Quienes estuvieron presentes, escucharon su declaración: “El presidente Adolfo López Mateos me pidió que cada mexicano que recorriera este espacio se sintiera orgulloso de su país”. En varias entrevistas, dijo que había recibido una clara instrucción: que ninguna persona saliera del recinto sin haber aprendido algo sobre nuestros pueblos originarios, que las exposiciones fueran pedagógicas y al mismo tiempo llegaran al corazón.

Para alcanzar estos objetivos, a lo largo de diecinueve meses, un conjunto de mil trabajadores laboró de día y muchas noches; fue un proyecto de arquitectos, operarios de la construcción, arqueólogos, historiadores, museógrafos y artistas. El talento femenino fue sobresaliente, expresado en la confección de vestimentas y objetos de exhibición, en pinturas y obras de arte.

Miguel León Portilla fue uno de los expertos en la cultura náhuatl cuyo trabajo fue fundamental para la museografía. Este sabio dedicó sus mejores años a salvaguardar los idiomas nativos y a publicar sus hallazgos sobre la cosmovisión y la vida cotidiana de los pobladores de esta nación en épocas prehispánicas.

Otro gran conocedor de nuestra historia, Eduardo Matos Moctezuma, declaró sobre León Portilla: “Miguel ha investigado los arcanos de la arqueología mesoamericana y a ella ha aportado ideas sustanciales. Ha recurrido a los códices y a las fuentes escritas para buscar y resolver las incógnitas que se presentan. Ha profundizado en la lengua náhuatl y por medio de ella se ha acercado a un mundo que aún está allí vivo, latente. Producto de todo esto son los libros y artículos que el investigador ha escrito con lenguaje claro y convincente. Allí está su Filosofía náhuatl, que vino a echar por tierra la posición de que toda visión del universo debe ajustarse a los cánones de la Grecia antigua”.

El museo tiene forma de herradura, con las salas de exhibición alrededor de un patio central que alberga una fuente. La prehistoria y la historia de nuestro país, es decir miles de años, se pueden apreciar en este espacio cuyo recorrido requiere caminar 5.5 kilómetros. En su apertura, contenía una colección de 52 mil objetos. Hoy en día, se ha enriquecido con piezas como el ajuar y la máscara de jade de la tumba del emperador Pakal de Palenque, Chiapas; la joyería de oro de las tumbas de Monte Albán, Oaxaca; la inmensa escultura llamada Piedra de Sol, de la cultura mexica, y miles de piezas más.

Hazle un favor a tu espíritu: recorre este lugar que ha sido admirado por reyes y presidentes del planeta. Aprecia la creación de artistas contemporáneos como Mathias Goeritz, Rufino Tamayo, Jorge González Camarena, Fanny Rabel, Regina Raull, Rina Lazo, Manuel Felguérez, José Chávez Morado, Rafael Coronel, Alfredo Zalce y Raúl Anguiano.

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