¿Qué palanca activa mecanismos interiores para que fluyan las ideas? ¿Qué procesos ocurren en la mente de seres humanos sobresalientes? ¿Cuáles son los pasos que anteceden a los grandes proyectos?

Muchas veces, esas ideas formaron parte de libros. Para transformar la vida de una comunidad, se necesitan frases que se conviertan en la misión de un organismo. En ocasiones, las palabras clave fueron dichas por personajes de novela. Sus diálogos resuenan en la mente del lector a lo largo del día, le ayudan a comprender mejor el mundo, lo llevan a la acción.

Los grandes creadores son lectores voraces. Don Eugenio Garza Sada, desde joven, recibió el estímulo que requería a partir de la lectura de Don Quijote, un loco idealista, un caballero sin fortuna, que pasaba los días leyendo de claro en claro y las noches de turbio en turbio.

La familia Garza de Monterrey es de origen sefardita. Marcos Alonso Garza y del Arcón, judío converso de Sevilla, migró a la Ciudad de México, donde casó en 1585 con Juana de Tremino. Esta pareja formó parte del grupo de pobladores iniciales del Nuevo Reino de León y la ciudad de Monterrey. El padre de don Eugenio, Isaac Garza Garza, descendiente de Marcos Alonso, fue un destacado filántropo cuyas empresas se dedicaron a la industria de la transformación y la producción de cerveza.

Cuando Eugenio Garza Sada era adolescente, estalló la Revolución Mexicana y la familia se trasladó a los Estados Unidos. Estudió la preparatoria en una escuela militar y se graduó como ingeniero civil en MIT. En horas libres, fue dependiente de una tienda y acomodador de un cine. En su biografía, abundan las anécdotas que lo dibujan como un hombre amable, sencillo y dispuesto a realizar toda clase de tareas manuales.

Las frases de Don Quijote tuvieron cabida en la memoria del estudiante que leía las viejas páginas en la biblioteca de su instituto, a la orilla del río Charles de Boston: “La pluma es lengua del alma; cuales fueron los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos”. “Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”.

En el Campus Monterrey del Tecnológico de Monterrey, se encuentra la Biblioteca de Colecciones Especiales Miguel de Cervantes y Saavedra, inaugurada el 5 de noviembre de 1954, con fondos recibidos en donación desde 1946, tres años después de la fundación del Tec. Su propósito es impulsar la visión humanística del fundador. Don Eugenio gozó al recorrer sus estantes y hojear los ejemplares de Don Quijote en otras lenguas. Segura estoy de que muchos libros fueron adquiridos por él en sus viajes, o le fueron obsequiados por quienes recibieron su apoyo, consejos y orientación.

A su funeral, en septiembre de 1973, asistieron cincuenta mil personas. Un joven tapatío, que estudiaba en el Tec de Monterrey, se formó de manera respetuosa y en silencio, para pasar junto al ataúd de quien fuera asesinado en forma artera. Aquel muchacho es mi marido y padre de mis hijos. La admiración y gratitud que sentimos por don Eugenio no han hecho más que crecer a lo largo de medio siglo.

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