Queretano soy, señores, y le atoro a las manganas. Yo soy de San Luis Potosí, del barrio de San Miguelito. Ay, pero qué lindo, qué lindo es Michoacán. Monterrey, tierra querida, es el cerro de La Silla tu estandarte.

En un momento de las fiestas, a mitad de la noche, los mariachis inflan las mejillas, tocan con sentimiento y cantan: De Cocula es el mariachi... de Tequila su mezcal.

El anfitrión llena los caballitos de transparencia o de ámbar. Como joya líquida, el destilado estremece el corazón, humedece los ojos y despierta el espíritu de los ancestros. Los caballitos corren por el pecho a todo galope. La emoción trae a nuestra piel la belleza de las bisabuelas cuando aceptaron el requiebro de sus enamorados. De ahí venimos. Si ellas no hubieran aceptado, no estaríamos aquí.

La denominación del origen tequila (DOT) protege la producción tequilera de 181 municipios, en cinco estados: Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Nayarit y Guanajuato. Su tierra se viste del color verde que se convierte en azul con plantas que elevan sus pencas afiladas como si quisieran partir las nubes en dos.

Fréderic Albert Constantin Weber fue un médico nacido en Alsacia, quien se unió al ejército francés que llegó a México en 1865, durante el gobierno de Napoléon III. En sus tiempos libres, estudió las cactáceas endémicas. Al probar el destilado del agave azul, sintió esa conmoción que compartimos en nuestras reuniones. Al fracasar el imperio de Maximiliano, en México triunfó la República, Weber regresó a casa y publicó los resultados de su investigación sobre botánica en revistas especializadas de Francia. En el IPNI (Índice Internacional de Nombres de Plantas) hay 289 entradas con su nombre.

México exporta su tequila a todo el mundo. Se sirve en restaurantes y bares de Nueva York y Tokio. Estados Unidos importa 339 millones de litros al año. Otros grandes consumidores son: Alemania, España, Francia, Reino Unido, Canadá, Colombia, Italia, Australia y Japón.

El orgullo que sentimos los mexicanos debería llevarnos a preservar la pureza del destilado y defender su origen. En otros países, las destilerías estimulan la plantación del agave en sus campos y siguen los métodos tradicionales; en Estados Unidos, sobresale el Tequila 512 de Texas y el Azuñia de California. España tiene el Tequila Ocho, que usa barriles de vino para enriquecer su sabor. El Sierra Tequila es inversión alemana. Destilería Suntory, de Japón, avanza en la competencia. Canadá aporta su marca Tromba.

Somos buenos para producir, pero fallamos a la hora de defender las inversiones. Tequila Cazadores se vendió en 2002 a Bacardí. Sauza pertenece a Beam Future Brands y Casa Herradura es de Brown Forman Corporation, ambas de Estados Unidos. La marca Viuda de Romero fue adquirida por la francesa Pernord Ricard. Don Julio es de Diageo, de Reino Unido. Tequila Espolón y San Nicolás son de Davide Campari, de Italia.

Aquí hay una veta brillante para las nuevas generaciones de mexicanos, formados en las mejores universidades, capaces de cultivar el campo y de respetar las tradiciones. Que haya productores inteligentes que apuesten por el tequila. Que el espíritu de sus bisabuelos les dé fuerzas. Que los consumidores elijan marcas locales y escojan calidad sobre mercadotecnia. Que así sea.

Google News