Según cifras registradas por instituciones dedicadas al estudio de la vida sobre la Tierra, hemos llegado a la increíble cifra de 8 mil millones de personas. Este número, que representa a la población, es tan alto que nuestro planeta ya no puede ofrecer las condiciones adecuadas para la vida.
Alrededor de 1810, la población del mundo alcanzó 1000 millones. Al llegar el año 2025, añadimos 1,000,000,000, una cifra semejante, cada 12 o 13 años.
La pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, la contaminación, la deforestación, la escasez de agua y comida. Todos estos grandes problemas se ven incrementados por el creciente número de personas que demandan recursos naturales para vivir.
Tenemos que hacer frente a esta situación.
Hace 10,000 años, los seres humanos abarcaban el 1% de los animales vertebrados terrestres. Hoy en día, los humanos forman el 33% de ese grupo de seres vivos, mientras la fauna silvestre abarca solamente el 1% y el ganado ocupa el 67%.
El uso y abuso de los recursos materiales y la energía de la Tierra se han multiplicado hasta llegar al estado de emergencia. Estamos empleando los recursos equivalentes a 1.7 planetas. Hace ya tiempo que sobrepasamos los límites naturales.
Debido a todos estos factores, los científicos de diferentes partes del mundo han denominado a este periodo en la historia de la Tierra el Antropoceno, es decir, la era de los humanos.
Los cambios que estamos imponiendo a nuestra forma de vida dejan un residuo en forma de plásticos y materiales no renovables, exceso en el uso del agua y combustibles fósiles, abuso en la explotación minera y forestal, así como una producción constante de bienes de uso muy limitado, tales como la ropa en cantidades nunca antes vistas, automóviles y envases de todo tipo, de un solo uso.
Por otra parte, los sociólogos e investigadores de muchas áreas científicas nos advierten sobre el efecto nocivo de la construcción de casas y edificios donde no vive nadie y están alarmados por la contaminación de los mares por basura.
La directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la investigadora danesa Inger Andersen, emite con frecuencia mensajes para advertir de la necesidad de que tanto los gobiernos como las personas en sus rutinas diarias, tomen acciones inmediatas para evitar un mundo que no podemos ni imaginar.
Dijo Andersen: “Hemos dado la bienvenida al miembro número 8000 millones de la población humana. Es maravilloso que nazca un bebé, por supuesto, pero necesitamos comprender que mientras más personas seamos, más ponemos a la Tierra bajo una presión terrible”.
Pertenezco a la generación de los Baby Boomers, nacidos después de la Segunda Guerra Mundial; fue una explosión demográfica que se dio gracias a razones religiosas y de creencias extendidas por diferentes grupos políticos, económicos y sociales. Toda mi vida he escuchado alabanzas a parejas que tienen muchos hijos y se cuestiona en diferentes niveles a quienes deciden no tener descendencia.
Estamos viendo que esta decisión responde a un compromiso con la humanidad, a un sacrificio de algunos jóvenes que tienen la conciencia de que no pueden venir más personas al mundo sin poner en riesgo a todos, por diferentes catástrofes. De continuar creciendo en la población, en el año 2050 habrá un 20% más, y para el 2100 habrá 14.4 mil millones.
Si no se revierte la crisis climática y si la temperatura media del planeta sube por encima de 1.5 °C, grandes partes de los continentes se habrán sumergido bajo los mares por el deshielo de los polos. En muchas partes, no se podrá cultivar. Millones de personas se verán forzadas a migrar si no se avanza hacia un mundo descarbonizado.
De los 8.7 millones de especies animales y vegetales, un millón se encuentra en riesgo de extinción. Vamos a pensar en las acciones cotidianas de nuestra vida. Todo cuenta.