Cada vez más se confirma que la senadora panista Xóchitl Gálvez es una mitómana. Miente con cinismo y mucha facilidad. Su peor enemigo es su propia lengua. Un día dice una cosa y al siguiente, o en el mismo día, dice otra cosa contradictoria. Primero niega, como en el caso de sus contratos obtenidos para sus empresas cuando era funcionaria pública y cuando se presentan evidencias trata de minimizar o se inventa cosas que más adelante la evidencian como mentirosa.

Una de sus primeras mentiras es su historia increíble de que de niña vendía 600 gelatinas diarias antes de irse a la escuela en el mercado de Tepatepec, Hidalgo. Historia que no se sostiene ante el dato que ella misma dio: 600 gelatinas diarias. Bueno, pues recientemente acaba de ser exhibida como plagiadora de textos para poderse titular como ingeniera en computación.

Gálvez se ha presentado a sí misma como “una de las mejores ingenieras de México”. En su perfil oficial del senado de la república, en el rubro de estudios, se presenta como “ingeniera en computación” por la UNAM, con “especialidades en robótica, inteligencia artificial, edificios inteligentes, sustentabilidad y ahorro de energía”.

Sin embargo, de manera extraña, no señala fechas ni de sus estudios de licenciatura ni cuando cursó sus supuestas especialidades. Tampoco señala las instituciones en las que cursó sus supuestas especialidades. Lo más probable es que esté mintiendo, una vez más, y que no haya cursado ninguna especialidad, como puede verificarse en su perfil de Linkedin en donde no hace mención a ninguna especialidad.

Gálvez cursó su licenciatura entre 1981 y 1985 y gracias a la información sobre su evidente plagio, nos enteramos que se tituló hasta 2010. Es decir, 25 años después de haber concluido sus estudios de licenciatura, lo que es causa de baja en la Institución, según lo establecen sus propios reglamentos.

De acuerdo al artículo respectivo (y a menos que antes haya existido otro límite de tiempo), Xóchitl Gálvez, al haber cursado una carrera de cuatro años debió haberse titulado en máximo otros cuatro años o, con una interpretación más laxa, en ocho años. Es decir, en 1993 y como no lo hizo debió haber causado baja en la UNAM. Así que, para empezar, Gálvez debe explicar cómo, y con base en qué, le hizo para titularse 17 años después del plazo máximo para hacerlo.

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