El robo de combustible a Pemex es un tipo de delito que nació, creció, se consolidó y se expandió (incluso a nivel internacional) en la época de los gobiernos del PRIAN, por lo que no les queda a panistas y priistas y a los medios de comunicación de la oposición supuestamente escandalizarse por lo último que sabemos sobre este tipo de delitos.
En 2002, en el gobierno del panista Vicente Fox, había en el país 180 tomas clandestinas para el robo de combustibles. Para el final del sexenio del también panista Felipe Calderón ese número se había incrementado casi nueve veces al llegar a 1570 tomas clandestinas.
Para 2019, el último número había crecido casi 10 veces más al llegar a las 15 mil tomas clandestinas. Es decir, en los sexenios de los panistas Fox y Calderón y del priista Peña Nieto, el número de tomas clandestinas para el robo de combustible se había incrementado en cien veces.
Los que hoy se escandalizan del llamado huachicol fiscal, no dicen que su origen está en los permisos de importación de combustibles que comenzaron a otorgarse gracias a la reforma energética de 2013, impulsada por PRI y PAN. Y pretenden que olvidemos que los permisos de importación que se usan para delinquir se otorgaron en el sexenio del priista Peña Nieto.
Va a ser interesante saber hasta dónde están involucrados políticos priistas y panistas en esta modalidad de delincuencia organizada, como es el caso del exgobernador de Baja California, el panista Ernesto Ruffo Appel, vinculado a la empresa Ingemar quien estaría involucrada en el reciente decomiso de 15 millones de litros de combustible en Coahuila.
Por cierto, para los que hoy se escandalizan de la incautación de 15 millones de litros de combustible, almacenados en 129 ferro tanques, el pasado 4 de julio, habría que recordarles que, a la llegada de la 4T al gobierno federal, a finales de 2018, el robo de combustibles alcanzaba los 10 millones de litros diarios.
Para robar tales cantidades de combustible se requiere información, capacidades técnicas, de almacenamiento, de distribución y de venta, que no cualquiera tiene. Además de una red de lavado de dinero.
Ese es el tamaño del problema que se heredó a los gobiernos de la 4T. Toda una red de delincuencia organizada, incluyendo la de cuello blanco e incluso una cultura popular que en ciertas partes del país veía como natural el robo de combustibles a Pemex, es decir al pueblo de México.
Así que, en este segundo piso de la 4T le toca su turno al combate al huachicol fiscal, luego de que en el sexenio anterior disminuyó de manera notable la instalación y uso de tomas clandestinas.
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