Desde hace dos meses, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer públicamente que había sido informado de que los poderes fácticos habían ya decidido imponer a la senadora Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia de la república por parte del llamado Frente Amplio por México (FAM).
A partir de ahí comenzó la escenificación de la tragicomedia titulada “la imposición del dedazo anunciado”, que duró los últimos dos meses y se cerró de manera apresurada, sin que hubiera concluido el proceso que el mismo FAM había anunciado y que debería haber concluido con una votación el 3 de septiembre. Pero se cerró, de manera precipitada, el 30 de agosto cuando el dirigente del PRI, Alejandro Moreno le retiró el apoyo a su candidata (la que nunca fue tal) Beatriz Paredes.
Para aparentar una real competencia, el FAM había registrado a 33 aspirantes. De tal muchedumbre, sólo 7 lograron juntar las 150 mil firmas necesarias para seguir en el proceso. Con tal requisito obligaron a retirarse del proceso a la senadora panista, Lilly Téllez, la candidata original del FAM, a la que anduvieron placeando un día sí y otro también en muchos medios de comunicación, hasta que comenzó a exhibir su discurso ultraderechista que incluso asustó a muchos dirigentes del FAM. También se retiró el diputado panista, Gabriel Quadri y, denunciando irregularidades en el proceso para favorecer a Gálvez, también se retiró el senador panista Jorge Luis Preciado.
Y como siete eran muchos como para que Gálvez ganara, sin más “cepillaron” a los perredistas Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles. El primero se inconformó públicamente pues ni siquiera le enteraron de por qué había sido descalificado. Posteriormente, los mismos poderes fácticos que impusieron a Gálvez como candidata obligaron a los panistas Santiago Creel y Francisco Javier Cabeza de Vaca a que declinaran. También quedó fuera el priista Enrique de la Madrid.
Todo apuntaba a un duelo entre la panista Gálvez y la priista Paredes. Pero como es casi seguro que los datos reales señalaban que Paredes ganaría o que la competencia sería extremadamente cerrada, decidieron ejercer violencia política contra Paredes para obligarla a retirarse del proceso con base en dos encuestas “patito”, una vía telefónica y otra del periódico Reforma (abierto apoyador de Gálvez). Sin embargo, el 3 de septiembre debería haberse llevado a cabo una votación que habría podido revertir esos resultados. Pero en el FAM pudo más el terror de que Paredes venciera a la ungida previamente.
Académico de la UAQ. anbapu05@yahoo.com.mx