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El 1 de julio de 2018 cristalizó una lucha por la presidencia de la República que venía ya de muy lejos. Sin embargo, podemos ubicar en el pasado reciente el fraude electoral de 2006, el más documentado de la historia. Si alguien todavía duda de que en 2006 Felipe Calderón llegó a la presidencia mediante un descomunal fraude electoral, “haiga sido como haiga sido”, les recomiendo la lectura del libro “2006 ¿fraude electoral?” del Dr. Jorge Alberto López Gallardo, titular de la cátedra Schumaker de Física, en la Universidad de El Paso, en Texas. En dicho libro se recopilan al menos una treintena de trabajos, publicados en 2006, que muestran cómo se dio ese fraude en contra del legítimo ganador de las elecciones presidenciales, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Posteriormente, en 2012, la historia se repitió en contra del mismo actor y de su movimiento. Esta vez con un fraude más a la antigüita, en donde prevaleció la compra del voto (con las famosas tarjetas Monex).

Sin embargo, no se puede detener la historia y el 1 de julio de hace tres años, una marea de votos sumergió al PRIAN y a sus aliados. Quedaron sepultados bajo 30 millones de votos de un rechazo absoluto.

No podemos entender el presente sin esa victoria contundente en la que Andrés Manuel ganó con 11 millones de votos más que su más cercano competidor, el queretano Ricardo Anaya. Desde 1988 nadie ganaba las elecciones presidenciales con más del 50 por ciento, AMLO lo logró con el 53.2 y sin fraude. Salinas de Gortari había “ganado” en 1988 con el 50.4 por ciento y con fraude.

La gobernabilidad a AMLO y a Morena se la proporcionó también su amplio triunfo en las cámaras de senadores y de diputados. En la primera, la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y el desaparecido PES) obtuvo 69 de los 128 escaños (el 54 por ciento) y en la segunda obtuvo 307 de los 500 lugares (el 61 por ciento).

Algo histórico para un partido nacido apenas en 2014, en donde más del 95 de sus afiliados nunca había militado en un partido político y que apenas estaba en su segundo proceso electoral, después de modestos resultados en 2015.

Algo que no han podido lograr partidos nacidos de manera semejante, como Podemos, en España y el Movimiento 5S, en Italia.

La mejor manera de festejar esos tres años para el partido-movimiento fue haber refrendado y ampliado su triunfo en las elecciones del pasado 6 de junio.

Presidente del Consejo Estatal de Morena

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