Hoy, más que nunca, es necesario recordar que hasta antes del 18 de marzo de 1938, día de la expropiación petrolera, las fabulosas ganancias de la industria petrolera mexicana terminaban en EU, Reino Unido u Holanda, por medio de compañías como la Pierce Oil Company (subsidiaria de la Standard Oil Company, la actual ExxonMobil), la Mexican Petroleum Company of California (la actual Chevron-Texaco), la Mexican Gulf Petroleum Company (la actual Gulf), la Petroleum Company of Mexico (la actual Penzoil), la Petroleum Company of Mexico (la actual Asarco) o la London Trust Oil Shell (la actual Shell) y otras más. Todas con nombres en inglés, todas sacando sus ganancias de México, todas pagando salarios miserables.

No se nos debe olvidar que Pemex llegó a ganar 70 mil millones de dólares al año, en 2012, al tipo de cambio actual, 1.4 billones de pesos. Sin la nacionalización del petróleo, ese dinero habría terminado en el extranjero y no en México. Si el dinero de la riqueza petrolera hubiera salido del país, habríamos perdido una tercera parte del dinero necesario para financiar la educación y la salud pública, los sueldos de todos los empleados federales, la infraestructura construida a lo largo de décadas, el equipamiento de todas las fuerzas de seguridad, los programas sociales y un largo, pero largo, etcétera. Esa lucha la dieron nuestros abuelos y se los debemos de agradecer pues nos dejaron una enorme herencia que debemos defender, por el bien de todos.

Las compañías extranjeras le apostaron a llevarse a sus ingenieros petroleros para que los mexicanos no pudiéramos mantener la industria petrolera con un país que tenía, como máximo, dos ingenieros petroleros, pues el trabajo de los mexicanos era de simples asistentes, técnicos y chalanes de los ingenieros extranjeros. Las compañías extranjeras pensaban que los mexicanos íbamos a rogar que regresaran.

Sin embargo, nada de eso sucedió. Las generaciones pasadas sacaron adelante la industria petrolera y nos heredaron una enorme riqueza que ha sido base del desarrollo nacional. Lázaro Cárdenas, el presidente de la nacionalización del petróleo, promovió la creación de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas, en el Instituto Politécnico Nacional, para formar a los primeros ingenieros petroleros mexicanos. Así que hay mucho que celebrar. Durante 85 años la riqueza petrolera ha sido nuestra, de todos. Muy a pesar de los neoliberales que han intentado a lo largo del tiempo entregar total o parcialmente esa riqueza a empresas extranjeras. Su ADN de traidores a la patria los ha impulsado a hacer eso.

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