Andrea Tovar

Opinión. Querétaro sin baches: inversión que resiste o parche que cansa

Debemos cuestionarnos: ¿Querétaro merece soluciones que duren un trienio o una temporada?

Foto: Archivo El Universal

En Querétaro, cada temporada de lluvias resurge el mismo enemigo: los baches. Las cifras confirman que para 2024, el municipio de Querétaro dispuso 7 mil 400 millones de pesos, y para 2025, el presupuesto creció a 7 mil 609 millones, un incremento modesto pero significativo. De ese total, 52 millones se asignarían específicamente a bacheo y obras complementarias como desazolve, por ejemplo, para la temporada de lluvias, con 24 millones ya ejecutados y 28 millones reservados para mitigar contingencias.

Pero, ¿cuánto duran esos 52 millones en el pavimento? ¿Cuánto en la tranquilidad de la ciudadanía? La realidad es incómoda: cada peso que se invierte vuelve al mismo hoyo al siguiente año. Literalmente.

Y es aquí donde debemos cuestionarnos, con la razón, pero también con la visión: ¿Querétaro merece soluciones que duren un trienio o una temporada? Como diputados locales tenemos la responsabilidad de vigilar que cada recurso público genere beneficios sostenibles, con verdadero impacto y que velen por la movilidad social (caer en un bache nos genera gastos no previstos a todos), no respuestas efímeras. Y la infraestructura vial es un espejo claro: invertir cada año en parches reactivos es como querer llenar un vaso roto en el fondo. Necesitamos no sólo tapar el bache, sino atender la raíz del problema.

Aprovechando que el gobierno ha tomado el tema del agua y la infraestructura mundial como su fundamento, en el mundo, las ciudades líderes en infraestructura entendieron esto hace años. Singapur, Oslo, incluso Chicago están recurriendo a reencarpetados preventivos, a reciclados en caliente, a asfaltos con polímeros o caucho reciclado que no sólo resisten lluvias, sino que se adaptan al clima, al peso del tránsito, a la vida urbana real. En México, proyectos como el de Orbia en la CDMX con plásticos reciclados o la investigación en Coahuila con asfaltos autorreparables son el futuro inmediato. Y Querétaro no debe quedarse atrás. Imagina una ciudad donde las calles duren por lo menos 10 o 15 años sin necesidad de abrir un expediente nuevo cada temporada de lluvias. Donde el dinero que hoy se gasta cada año en reparar lo mismo pueda redirigirse a mejores parques, a movilidad sustentable, a seguridad. Ese es el Querétaro que queremos y merecemos.

La ciencia y la tecnología ya nos ofrecen los medios: Recuperación de Profundidad Total (FDR), Mezcla Asfáltica Tibia (WMA), pavimentos drenantes, tecnologías que, en lugar de tapar el hoyo, renuevan la superficie y previenen el siguiente. No es sólo eficiencia, es visión. La que planifica más allá del parche, la que quiere que cada peso deje huella. Pero en asfalto duradero, no en promesas rotas.

Querétaro no necesita sólo reparar sus calles. Necesita reconstruir su confianza en la gestión pública. Hay quienes estamos listos para dar ese paso, para cambiar la estrategia, para dejar de improvisar en temporada de lluvias y empezar a construir la ciudad que queremos para la próxima década.

Porque Querétaro merece calles que perduren y un gobierno que piense en nuestro futuro, no sólo menos baches.

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