En los últimos días, diversas voces del PRIAN y de algunos funcionarios de primer nivel, han intentado instalar la narrativa de que el gobierno federal “recortó” recursos a Querétaro, particularmente en materia educativa, pero ese es un libreto que ya conocemos: victimización política, declaraciones alarmistas que buscan articular un mensaje de sufrimiento y desesperación y un esfuerzo constante por responsabilizar a la Federación de lo que, en realidad, es consecuencia directa de la falta de ejecución, planeación y transparencia de las dependencias o funcionarios estatales.
Los presupuestos de los estados no son un tema menor, la educación pública, la salud, la tecnología o el deporte, no pueden seguir siendo rehenes del discurso panista que pretende justificar su propia incapacidad operativa, es muy importante aclararlo con firmeza: no hay recorte federal, hay un ajuste en la forma de ejecución para garantizar resultados efectivos.
La instrucción de la presidenta ha sido contundente: los recursos deben llegar, deben usarse y deben transformarse en infraestructura, mantenimiento y servicios para las comunidades, ciudades, pueblos… en beneficio directo para las personas.
Ante los hallazgos de ineficiencia, subejercicio y retrasos por parte del estado, la Federación decidió asumir la operación directa de programas específicos. No se disminuye el presupuesto; se fortalece el mecanismo de ejecución. Esa es la diferencia entre gobernar para la foto y gobernar para la gente. La reacción de algunos actores del PRIAN ha sido predecible, hablan de “recortes catastróficos”, acusan centralismo y se arropan en una indignación selectiva cada vez que la Federación ejerce sus facultades para asegurar que los recursos federales cumplan su propósito.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha impulsado una política pública con dos pilares: resultados verificables y fortalecimiento territorial.
La inversión tecnológica de gran escala, como la instalación de los centros de datos en Querétaro lo demuestra, mientras algunos se entretienen construyendo narrativas de confrontación, el gobierno federal se enfoca en atraer capital estratégico, generar empleos, fortalecer la infraestructura de innovación y consolidar a México como un actor relevante en la economía digital de América Latina.
La pregunta es evidente: ¿cómo puede un gobierno que batalla para ejecutar programas de forma realmente transparente liderar una agenda de modernización? La respuesta es igualmente clara: no puede. Por eso la Federación actúa. Por eso toma el control operativo cuando es necesario. Y por eso, lejos de disminuir el presupuesto, lo administra con mayor rigor. Se requiere voluntad para gestionar, no solo voluntad para declarar.
Querétaro merece políticos responsables, serios y con visión de futuro, no discursos que buscan culpar a otros por la incapacidad propia. El pueblo de México (y de nuestro estado) está cansado de las mismas estrategias conservadoras de desinformación.
El país avanza hacia una administración basada en resultados, y Querétaro debe avanzar por igual. La presidenta lo ha dejado claro: los recursos federales están garantizados, pero también están vigilados.

