En México, millones de personas vivimos con una amenaza que no se ve, con miedo “oculto” pero se siente: la extorsión. Esa llamada que paraliza, ese mensaje que cambia el rumbo de un día… o de una vida. Por eso, cuando nuestra presidenta Claudia Sheinbaum presentó su estrategia nacional y la Ley General Antiextorsión, no solo habló de castigos: habló de liberación.
Porque reconocer el miedo también es una forma de enfrentarlo. Y eso es justo lo que propone Sheinbaum: convertir la extorsión en un delito grave y perseguirlo “de oficio”, sin denuncia previa, con una definición homologada en todo el país, y con mecanismos reales para romper las cadenas financieras del crimen.
En pocas palabras: quitarle poder al miedo y devolvérselo a la ciudadanía.
La presidenta presenta una estrategia importante en la que el centro de todo el conjunto de acciones es: pasar de la impotencia a la acción, del silencio al respaldo institucional.
El mensaje implícito es claro: “el Estado puede protegerte, y lo hará”.
Ahora bien, ¿qué significa esto para Querétaro? Una tierra que crece, que innova, que atrae inversión, pero que también estamos expuestos a sentir la presión de quienes cobran por “dejar trabajar”. Desde el pequeño comercio hasta la industria, el costo invisible de la extorsión erosiona la confianza, esa moneda que sostiene cualquier economía.
La ley que impulsa la presidenta puede ser el escudo legal que Querétaro necesita para blindar su desarrollo. Pero la clave está en cómo la adoptemos: si la homologación se asume con valentía, si se crean unidades locales de atención y si se fomenta la denuncia sin miedo, podríamos ser el modelo nacional de cero tolerancia a la extorsión. Solo esperemos que las y los diputados que forman parte del PRIAN, esta vez sí quieran proteger sus derechos, porque les ha sido imposible comprender que el derecho es progresivo y para todos. No han querido seguir los consejos que ha dado el gobernador respecto del trabajo en equipo con la Dra. Sheinbaum.
La seguridad no se mide solo en cifras de homicidios, sino en la tranquilidad cotidiana, en que un joven pueda abrir su negocio sin miedo; en que una madre pueda contestar su teléfono sin sobresaltos; en que un emprendedor, como los que todos los días invierten en Querétaro, no tenga que presupuestar la intimidación como un “gasto operativo”.
Este es un momento bisagra. Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum entiende que la política no es solo administrar el país, sino cambiar las emociones colectivas de la desconfianza al empoderamiento, del “no se puede” al “ya es hora”.
Si Querétaro se suma con decisión, puede demostrar que el miedo también se vence con política. Y que cuando el Estado se pone del lado de la gente, hasta el silencio de la extorsión empieza a romperse.

