Andrea Tovar

La apuesta por lo hecho en México

El mensaje federal es claro: el país no renuncia al comercio, pero tampoco renuncia a su soberanía productiva

En los últimos días, desde la conferencia de nuestra Presidenta, se ha hablado de algo que durante años no se había querido tocar. La doctora Claudia Sheinbaum fijó su postura sobre defender la producción nacional, lo que significa que no es cerrarse al mundo, es ordenar la casa. La Presidenta ha sido enfática con el llamado Plan México y la política de aranceles que se impulsan desde el ejecutivo, no buscan confrontación internacional, sino algo mucho más elemental y justo: proteger empleos, fortalecer cadenas productivas y garantizar que el desarrollo económico tenga rostro humano.

Escuchar esto obliga a voltear hacia Querétaro. Nuestro estado es uno de los principales polos industriales del país; aquí conviven la manufactura avanzada, la industria automotriz, la aeroespacial, los servicios tecnológicos y se está apostando por el desarrollo de la IA. Sin embargo, durante años se asumió que la competitividad dependía únicamente de abrir fronteras sin condiciones, aun cuando eso significara precarizar empleo local o depender excesivamente de insumos externos.

El mensaje federal es claro, México no renuncia al comercio, pero tampoco renuncia a su soberanía productiva, esta narrativa, bien entendida, es una oportunidad estratégica para Querétaro. Cuando se fortalecen las cadenas internas, los estados con capacidad instalada, talento técnico y vocación industrial tienen ventaja. La pregunta no es si Querétaro puede adaptarse, la pregunta es si el gobierno estatal está dispuesto a alinearse con una visión nacional que privilegia el desarrollo con justicia. Desde la oposición local, el Prian, ha intentado instalar la idea de que cualquier política arancelaria es sinónimo de retroceso. Ese es un discurso cómodo, pero superficial. La realidad es más compleja.

Aquí se habla de un “plan orden”, pero a nivel República, nuestra Presidenta está dando muestra de cómo ordenar el comercio, también es una forma de generar certidumbre, y la certidumbre es uno de los principales activos que busca la inversión productiva. No es cerrar puertas, sino definir reglas claras donde ganen las y los trabajadores, no sólo las grandes corporaciones.

Nuestro estado tiene todo para convertirse en un ejemplo de cómo una política económica nacional puede aterrizarse con inteligencia local: impulso a proveedores regionales, capacitación técnica, innovación y valor agregado y una apuesta firme, sin miedos, sin filias ni fobias por la educación y preparación de nuestros habitantes. Pero eso requiere voluntad política y coordinación real, no sólo discursos de autopromoción. La Presidenta ha dicho con firmeza que el crecimiento económico no puede medirse únicamente en cifras macroeconómicas; debe reflejarse en mejores salarios, mayor estabilidad y bienestar para las familias.

Ese enfoque contrasta con una lógica estatal que, durante años, presumió indicadores sin preguntarse quién se beneficiaba realmente. Hoy el país avanza hacia una reconfiguración productiva. Querétaro puede quedarse observando desde la comodidad del discurso, o puede asumir el reto y convertirse en protagonista de esta nueva etapa.

Desde Morena lo tenemos claro: el desarrollo no se improvisa, se planea; no se concentra, se distribuye. La decisión está sobre la mesa. Y el tiempo, como siempre, pondrá a cada uno en su lugar.

Te recomendamos